lunes, 1 de enero de 2018

UNA REUNIÓN EN LA CALLE CASTILLA

Tras un tiempo, me dispongo a escribir la primera entrada en el blog de nuestro hermano José Luis Dorado. 
Junto con él, comparto el anhelo por descubrir y saber más de la historia de nuestra Hermandad de los Gitanos. Y no podía estrenarme de otra forma que dejando por aquí una singular entrevista realizada a la Junta de Gobierno a finales de la década de 1920, en concreto la de 1928. 
La hallé recientemente en la hemeroteca de El Correo de Andalucía. Desde aquí agradezco el trato y la amabilidad por parte del mencionado periódico a la hora de permitirme acceder a su hemeroteca. 

Dicho artículo fue publicado ocupando la contraportada de la edición de El Correo de Andalucía del miércoles 14 de marzo de 1928, durante la cuaresma de aquella particular Semana Santa de la que ya hablaremos otro día. 
Sin querer adelantar nada más, transcribo al completo la entrevista:


COFRADÍAS

La Hermandad de los Gitanos, de San Román

Vega, el tío de Gitanillo, secretario 15 años de la cofradía, nos dice…

UNA REUNIÓN DE COFRADES “VERDÁ”LAS REFORMAS DE ESTE AÑO. 
LAS BANDAS Y EL DESFILE. LOS DEVOTOS DEL SEÑOR. LA FUNCIÓN SOLEMNE. PONIENDO LOS “PASOS”. LAS SAETAS SENTÍAS. ¡“NÁ” DE RETRATOS!.


Las cuatro de la tarde del domingo.
En el café.
Un amigo cofrade nos dice:

­­- ¿Quiere usted hacer una cosa típica de Cofradías?

- ¡Cómo no!

Y a los pocos minutos nos hallamos en el nervio de Triana, en la calle Castilla.

La mesa está ocupada por un grupo de “incondicionales de la Hermandad de los Gitanos, de San Román (Santísimo Cristo de la Salud y María Santísima de las Angustias).
Todos viven por Triana. La mayor parte “por er lao allá de Pagé der Corro”, por la castiza y pintoresca Cava.
Son- y ellos se enorgullecen de decirlos- “cañís fetén”, de los legítimos, de “los güenos” ... ¡Buena gente, amable y acogedora por demás!
Don Andrés Espinosa, obeso y popular administrador, procurador y cofrade trianero, hace las “presentaciones” de rigor (él y yo somos los únicos “extranjeros” en la reunión de los “morenos”).

-Aquí el señor que escribe en EL CORREO, muy entusiasta de las Cofradías quisiera hablar de vuestra Hermandad y de sus reformas este año….; mis amigos de antiguo, don Juan Vega, tío de Gitanillo de Triana, que tiene su fragua de clavos y peroles en la Cava; don Ramón Bermúdez, vendedor  y tratante, actual hermano mayor; don Francisco Moreno Rufino, mayordomo accidental; don Nicolás Moreno y don Antonio Moreno, “principales” de la Cofradía (1) ; don José y don Manuel Bermúdez, entusiastas hasta el hueso del Cristo de la Salud; don José Caballero (2), conciliario, que no quiere hacer esta tarde “manifestaciones; don Manuel Vega, otro gran “capillita”…

Luego poco a poco, van llegando a la tertulia otros simpáticos y activos cofrades que vienen ahora de los toros, de la Pañoleta, de sus tratos; de ver caballos y rucios que se pelan “a lo garzón” … A alguno tal vez le asome por el borde superior de su faja ancha y “lustrosa” la punta de la tijera decapiladora…
El padre de Gitanillo también es de los cabales.
Cagancho y Gitanillo, los dos buenos toreros de bronce, también son de la Hermandad. Ya han ofrecido salir este año y hasta hacer alguna cosa buena “para que la Hermandad pueda salir con más lujo”, que la Virgen y el Señor se lo merecen todo…

Nos lanzamos a preguntar. Al principio “están una mijita metíos en sí”, pero luego se animan, sin recelos, ayudándonos todos con generosidad a la área informativa.


-¿…?

- Aquí se pué desí que tóo semos gitanos. Semos unos siento. Hay otras personas que son de Sevilla, de San Román… Pero casi tóo somos de aquí, de Triana, donde nos hemos criao como nuestros padres, como nuestros abuelos y bisabuelos, que tamién eran mu entusiasta del Cristo y le pedían a Él las cosas difisiles, ¡Las cosas de la Audiensia!...

-¿…?

-Es una Hermandá desde luego probe, pero mu quería. Aquí tóos los que hasen clavos, sartenes, peroles, canastas, puyas, ganchos (de ahí viene el mar nombre de “Cagancho”: de tío Antonio, abuelo de Cagancho, que vendía ganchos de pasas: ca-gancho… dos reale), quieren mucho al Cristo de la Salú… Yo tengo en mi casa ala cabesera un retrato y mi compare tiene otro….
(Un simpático muchacho, muy vivo, va por un retrato del Señor, que viene al rato tras las protestas consiguientes de su ama “que no quiere dejarlo salir”. (“¡Er Señó no sale de la casa!”) Y sólo lo deja cuando ve “que no es na má pa vista”)

-¿…?

- La función la tenemos este año como siempre- dice el mayordomo- el Viernes de Dolores. Es de tres padres, y nosotros se lo dejamos todo al padre cura, de San Román, para que él la prepare a su gusto. Don Antonio (el párroco) lo hace todo muy bien (3).

-¿…?

-Necesitamos personas que nos ayuden- dice el hermano mayor; - nosotros aceptamos cosas de todo el mundo, aunque no sean “de los nuestros”.

-¿…?

-Este año hemos restaurado los candelabros, y estrenamos los guardabrisas de “paso” del Señor. 
Los respiraderos, los varales y la candelería del “paso” de la Virgen salen completamente reformados y plateados. El palio tendrá unos nueve años y el manto unos ocho. Quisiéramos arreglarlos y hacer otras mejoras. 
¡Ojalá tuviéramos dinero para todo lo que quisiéramos!... Diga usted a las buenas personas, a las que quieren a las Cofradías, que se acuerden de nosotros, que somos muy pobrecitos… Pero que todavía no nos hemos quedado ningún año sin salir. A última hora, si no hay dinero, nos metemos por los comercios y siempre se coge. Y si no basta esto se vende algo de la casa…

¿…?

-Queremos llevar la caballería delante, abriendo marcha; un teniente amigo nuestro lo está gestionando; veremos si puede ser. Si no llevaremos en su lugar la banda de cornetas de San Juan. Con el Señor irá (detrás) la estupenda banda de Ingenieros (4) , y con la Virgen, la de música de Valencina (5), que toca muy bien.

-¿…?

-Nuestra hora oficial de salida son las dos y media de la madrugada del Viernes, y la de paso por la Plaza, las cuatro. Pero siempre pasamos mucho más tarde. Demasiado tarde… ¡Si “andaran” las de delante!... Así estaríamos también más temprano, a las seis, a las siete y no a las nueve, a las diez, como ahora.


Todos intervienen ahora afablemente en la conversación pasado “el reparillo”. Don Andrés echa de cuando en cuando el capote, y surgen comentarios, consejos y opiniones de amigos.
Vega, el buen Vega, moreno cetrino y bronceado, mueve con ademán pausado, majestuoso y lento su diestra sarmentosa de viejo patriarca del trabajo de las fraguas. Con emoción, casi con lágrimas, nos habla de su hijo Joaquinito- segundo secretario de la Hermandad- que murió en la flor de su vida. 
Desde que se fue Joaquín el complaciente y afable anciano está que no sabe lo que se hace; vencido, como si le hubieran echado una gran losa encima del corazón. Luego, al rato, nos habla de su sobrino, de Gitanillo de Triana, orgullo de la casa de los Puyas. Pero el torero está ahora en Sevilla, conduciendo “automóviles, en lugá de llevá un buen caballo” ….

Nos despedimos de esta buena gente trianera y prometemos volver. Hasta otro día.
Ahora empieza el trabajo de colocar los “pasos” (las parihuelas están siempre en San Román). Son días de inquietud y de lucha, de ilusión renovada…

¡Adiós, amigo, hasta el Viernes por la mañana en San Pedro, que no faltaremos para ver vuestra cofradía hacia el templo!
Y que haya también este año, como todos, saetas y oraciones- que son cosas que el pueblo confunde- peticiones y súplicas. Cosas de verdad, del corazón, que salgan de allá adentro.
Saetas y oraciones sentidas, emocionadas, con la voz llena de lágrimas. 
Como esas que en la sublime y transparente madrugada del Viernes, cuando las sombras cárdenas van huyendo y la aurora tiñe de rosa la vida, he oído cantar muchas veces a alguna devota hermana vuestra, con la emoción gitana en los labios y mucha fe en el corazón.
Mientras vosotros llorábais conmovidos ante la hermosa efigie del Señor de la Salud.

“Pare de los Gitanos buenos” …

Con el sombrero en la mano, como despedida y recuerdo, decimos que vamos a hacer un retrato de la reunión. Bermúdez entonces se yergue y dice: “Usté perdone, pero no pués sé, aquí no se retrata naide”
-“Hombre, ¿por qué no?”- “Amigo, porque no. Yo tengo mis razones. ¡Si sabré yo!... Además que es superstisión. Que como me retrate, me va a pasá algo malo. ¡Palabra! Yo no entro por los progresos…”

MAESE PEDRO.



Fotografía del Señor de la Salud que acompañaba la entrevista.
Quizás el retrato que enseñan al periodista.

(1). Los "principales" de la cofradía son los hermanos Antonio y Nicolás Moreno Vega. Hijos de Nicolás Moreno Camacho que sacó a la hermandad en 1891 por primera vez desde San Román.
(2). El entonces consiliario José Caballero, ocupó anteriormente el puesto de Hermano Mayor en 1922. (H.M.S. La Unión. 15 de abril de 1922. Página 2).
(3). El párroco al que refieren es Don Antonio Ruíz de Vargas y Muñoz, sobrino del canónigo y escritor Muñoz y Pabón. D. Antonio fue fundador y Hermano Mayor de la Bofetá.
(4). Se trata de la Banda de Cornetas y Tambores de Ingenieros, formada por militares que tocó tras Nuestro Padre Jesús de la Salud en diversas ocasiones: 1927-1928, 1931, 1934, 1939-1940.
(5). La Banda Municipal de Valencina de la Concepción tocó solamente detrás de la antigua Virgen de las Angustias en los años 1927 y 1928.


viernes, 1 de diciembre de 2017

SÓLO SALUD, PADRE MÍO

 Dedicado con mis oraciones a Carolina, una joven que 
necesita en estos momentos de la Salud que Tú repartes.

Hará cuestión de unos meses estuve por primera vez en mi vida, junto al joven hermano Juan Carlos Vázquez, en la Fototeca Municipal. Ya sé que alguien como yo, aficionado a indagar en las cosas antiguas de la hermandad debería de haberla visitado mucho antes, pero bueno... confieso que uno guarda sus supersticiones. Tiene la Hemeroteca y Fototeca Municipal su entrada abierta en la esquina de la calle Almirante Apodaca con Alhóndiga, justo bajo ese reloj de los antiguos juzgados que marca las horas del viejo barrio de Santa Catalina, y ese reloj y yo tenemos nuestras diferencias. 

En aquel edificio de los antiguos juzgados echó buena parte de su vida mi padre que en paz descanse, pues allí trabajó como funcionario de justicia hasta que los mandaron al Prado de San Sebastián, y tengo como un lejano recuerdo infantil llegar allí a buscarlo con mi madre, a la salida de su jornada laboral. Si no se hallaba ya en el trabajo, tampoco era muy difícil encontrarlo. Sólo había que subir por los Terceros y por la vieja calle Sol hasta San Román. Andaba por su hermandad, a la que dedicó igualmente buena parte de sus esfuerzos cotidianos.

El caso es que ese reloj y yo no somos buenos amigos por una historia familiar. Una vez -no se la fecha exacta, años cincuenta o sesenta del pasado siglo- se rompieron las cuerdas que sujetaban su contrapeso, y éste atravesó las plantas del edificio como un misil, dándose la circunstancia de que mi padre se salvó de que le cayera encima de puro milagro. Unos minutos antes había estado el hombre apoyado en la mesa de un compañero, despachando algo con éste. Cuando volvía a la suya escuchó el estruendo, se volvió, y entre la polvareda encontró un agujero en el mismo lugar donde él había estado. Quedó mi padre tan impresionado que al día siguiente tomó unas fotos del enorme boquete y del contrapeso destrozado en la planta baja, fotos que aún andan por casa y que estoy por regalar a la Fototeca.

Pero en fin, dejando ya esta disgresión, Juan Carlos Vázquez Alejo, el más curioso lector de este blog, y al que ando convenciendo para que participe en él aportando también alguna de sus indagaciones, me invitó a hacer una visita juntos a la Fototeca, a ver las fotos del archivo Serrano dedicadas a nuestra cofradía, y allí que nos plantamos una mañana, desafiando yo al temible reloj. Solicitamos copia digital de algunas de ellas, las menos conocidas, y precisamente hoy os voy a traer a estas páginas una que yo al menos desconocía totalmente y que me llamó muchísimo la atención. Es una foto que Juan José Serrano tomó al Señor de la Salud entrando en la plaza de la Campana a principios de los años cuarenta.


El Señor de la Salud en la plaza de la Campana. Foto de Juan José Serrano. Fototeca Municipal de Sevilla

El paisaje urbano está hoy muy cambiado, especialmente al fondo, donde se ve una plaza del Duque en la que aún no había entrado la piqueta. Sí que se conserva gracias a Dios el edificio regionalista de José Gómez Millán que hace esquina entre ambas plazas, en cuyo bajo, donde hoy está el Banco Popular, vemos un establecimiento de la casa Kodak, y justo al lado la sombrerería de Padilla Crespo, con su famoso slogan "artículo español, jornal para los nuestros", al que el periodista Antonio Burgos dedicó un recuadro. El hecho de que la foto esté hecha con la claridad del día tampoco es de extrañar. En aquella época se pasaba dos veces por la plaza de la Campana. Una a la ida, llegando desde el Duque, y otra más tarde a la vuelta, regresando desde Tetuán y O'Donnell (1).

Se observa al Señor con la cruz desnuda, sin cantoneras, sobre aquel humilde paso que estrenó en 1941 y que la guasa sevillana bautizó como "La cómoda". No era nuevo el mote. Idéntico apodo lo utilizaron para unas andas que el mismo carpintero que realizó estas, D. Manuel Casana, construyó un par de años antes para la Borriquita, pero en nuestro caso el sarcasmo era especialmente doloroso. El Señor de la Salud venía procesionando desde su hechura en 1938 en el paso de Nuestro Padre Jesús de las Penas, de la Hermandad de San Roque, que había perdido como nosotros a sus sagrados titulares en la guerra, pero que conservó su paso por hallarse fuera de la parroquia, en un almacén. La cofradía de la Puerta de Carmona, quizás recordando como en sus primeras salidas procesionales a principios del siglo XX recibió el apoyo de la nuestra, que les había prestado el paso (2), tuvo a bien hacer esta cesión durante unos años, pero ya en 1941 era hora de que la Hermandad de los Gitanos buscara la forma de hacerse con unas andas en propiedad ¿Pero cómo? La pobreza de la hermandad en esos "años del hambre", tras la guerra, era extrema, y los pocos recursos económicos que se conseguían estaban ya comprometidos para el pago del nuevo palio de la Virgen, que se había contratado antes del alevoso incendio del 36, en el que se perdió prácticamente todo.

Dos buenos "bienhechores", como entonces se llamaba a las personas que no eran de etnia gitana pero estaban vinculadas a nuestra corporación, vinieron a resolver esta situación. Uno el propio Manuel Casana Gómez, que aportó gratuitamente la mano de obra de su talleres de carpintería de las calles Castellar y Santo Domingo. El otro, Manuel Cira Benítez, industrial de la calle Bustos Tavera, que costeó los materiales (3). En un tiempo record, poco más de quince días, se construyó este paso en madera de haya, charolada muy oscura, para imitar a la caoba, y con unas líneas rectas que sólo rompían unos sencillos junquillos y algún que otro aplique. Todo rematado por unos humildes faroles de fuste salomónico. De candelabros, que es lo que había utilizado la cofradía toda la vida de Dios, mejor olvidarse. No había para más.

Contaba el escritor y periodista Manuel Barrios que allí en la Campana, por aquella época, cantó José Torres Garzón, "Pepe Pinto", la que el propio artista consideraba la mejor saeta de su vida. Pepe Pinto y su señora, Pastora Pavón "La Niña de los Peines", tenían un conocido establecimiento sólo a unos metros por delante de donde aparece el Señor de la Salud en la fotografía de Serrano. En una entrevista realizada por Barrios al cantaor, éste explicaba lo sucedido (4):

"Habíamos cantado Pastora y yo toda la madrugada. Las claras del día y, ya de recogida, en la plaza del Duque, vimos venir al Señor de los Gitanos. Venía tan pobre aquel año que, sin poderlo remediar, me puse frente a Él y le dije:

Pobre, no tienes bienes ninguno.
Yo, de corazón te pío,
Tú que tanto podé tienes,
sólo salú, Pare mío,
pa verte el año que viene"

La verdad es que viendo esta vieja estampa, con toda la pobreza que refleja y a la que la hermandad supo sobreponerse, uno no tiene más remedio que exclamar como el cantaor ¡Qué poder tienes y que grande eres Padre mío!  



1. Es precisamente a partir de un desordenado regreso por Tetuán en la semana santa de 1942, en pleno auge del nacionalcatolicismo, cuando se castiga a la cofradía con el nombramiento de una gestora, se le impone una multa de mil pesetas -importante cantidad que significaba más o menos lo que se cobraba por la subvención municipal- y se le obliga a dejar de regresar por esta calle en años sucesivos. Decreto del Vicario General del Arzobispado de 16 de septiembre de 1942.
2. Nuestra hermandad prestó a la de San Roque el paso que había adquirido poco antes a la del Valle. Sobre él procesionó Nuestro Padre Jesús de las Penas entre 1902 y 1912.
3. Recuerdo que de Manuel Casana se conservaba en la secretaría de la hermandad su hojilla de inscripción como "hermano protector", y aparece en el listado de estos en el libro de 1949. De Manuel Cira Benítez, que murió en 1948, poco se conserva.
4. BARRIOS GUTIERREZ, Manuel. "Ese difícil mundo del flamenco". Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1972. Pag.52.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

LA ÚLTIMA MADRUGÁ DE CURRO PUYA

El diario madrileño "El Sol" publicaba el Sábado Santo 4 de abril de 1931 una nota fechada en la tarde del día anterior, y firmada por la agencia de noticias "Febus", en la que se hacía una crónica de la entrada de las cofradías de la madrugá sevillana de aquel año. Decía así:


Diario "El Sol" (número del 4 de abril de 1931. Hemeroteca de la Biblioteca Nacional)

Francisco Vega de los Reyes, "Curro Puya" de apodo familiar y el primero de los "Gitanillos de Triana" en los carteles taurinos, tenía motivos para estar especialmente satisfecho aquel Viernes Santo de 1931. Había tomado la alternativa sólo cuatro años antes y su carrera como matador de toros era fulgurante. La hondura nunca vista de su toreo con el capote lo había encumbrado como una figura imprescindible. En Triana, la antigua rivalidad de la afición sevillana entre los partidarios de Joselito el Gallo y los de Belmonte parecía ahora resucitar entre sus seguidores y los de otro genio gitano nacido también en el viejo arrabal, Joaquín Rodríguez Ortega "Cagancho". Ambos toreros eran hermanos de nuestra corporación por tradición familiar, y aquella madrugá de 1931, como vemos en este recorte de prensa, los dos coincidieron en la presidencia de la cofradía. Curro le había regalado al Señor una túnica lisa de valioso terciopelo que lució en aquella estación. Joaquín seguro que también aportó lo suyo para que todo saliera como el Señor y la Virgen merecían. Para esa época la hermandad se había embarcado ya en el proyecto de realizar un nuevo paso de Cristo que el propio Francisco Vega había avalado personalmente y en el que también echó sus buenos dineros.

Eran otros tiempos en los que la estación de penitencia terminaba en la plaza de San Román en un ambiente de sana celebración. Otro año, con más o menos dificultades, se había conseguido sacar la cofradía a la calle, y con la satisfacción del deber cumplido se improvisaba una fiesta en "El Uno de San Román" en la que sí, había también su cante. La antigua taberna, recientemente desaparecida, tenía entonces una gigantesca cañera de vino que sólo se usaba este día grande, y los dos toreros la llenaban con rumbo para invitar a su gente. Cuentan que hasta Cagancho se arrancó y cantó una saeta (1).

Poco podía imaginar Curro Puya aquella mañana de Viernes Santo que prácticamente dos meses después, el 31 de mayo, un toro llamado Fandanguero le cornearía en la plaza de Madrid fatalmente. Gitanillo no murió hasta la víspera del día de la Virgen de los Reyes, en agosto, y en su capilla ardiente, en la madrileña clínica del Doctor Crespo, se colocó un estandarte para que lo velara, el de su Hermandad de Los Gitanos, que quiso tener ese detalle con él. Años después, en 1944, su afligida madre entregó el traje de luces que había vestido aquella tarde de su cogida, y con él se confeccionó una saya para la Santísima Virgen de las Angustias (2).


La Virgen de las Angustias vistiendo la saya de Curro Puya en su traslado de Santa Catalina a San Román en la mañana del día de año nuevo de 1950. En la manigueta izquierda José Vega de los Reyes, hermano del diestro y Hermano Mayor de la cofradía entre 1954 y 1956.

Para terminar con este recuerdo del malogrado torero haremos nuestras las palabras que el Padre Cué escribiría en su libro "Dios y los Toros":

"¡Qué triste estás, y qué bonita estás, Angustias de los gitanos, en Sevilla, cuando te visten la saya blanca y oro que fue traje de luces de Curro Puya, «Gitanillo de Triana», y que te regaló su madre angustiada por la muerte trágica del hijo!

Y quedas toda envuelta, Angustias, blanca y oro, en el exquisito homenaje de sus verónicas lentas, gitanas, melancólicas..." (3)
Reportaje sobre la cogida y muerte de Gitanillo de Triana en el semanario "Nuevo Mundo" (4)



1. SALAS, Nicolás. "Morir en Sevilla". Editorial Planeta. Barcelona 1986. Págs. 47 a 51. 
2. Diario ABC de Sevilla. Edición de 1 de junio de 1944.
3. CUÉ ROMANO, Ramón. Dios y los toros. Imprenta Roel, La Coruña. 1967
4. Semanario Nuevo Mundo. Edición de 22 de agosto de 1931.

domingo, 1 de octubre de 2017

UNA VIAJERA FRANCESA EN LA ENTRADA DE LOS GITANOS

Hace poco he adquirido a una filatelia de Zaragoza una vieja tarjeta postal de 1930. Con el alminar de San Marcos, la calle Socorro, y el chaflán de la calentería como telón de fondo, aparece la antigua efigie del Señor de la Salud justo en el centro de la plaza de San Román en la mañana del Viernes Santo de aquel año.

Tarjeta postal. Cecilio Sánchez del Pando. 1930


Yo diría que la fotografía está tomada desde la azotea de "El Uno de San Román", y es muy similar a otra foto que ya conocía, realizada unos instantes después desde el mismo emplazamiento, pero con el paso ya bajo la ojiva de la parroquia. Esta segunda instantánea se publicó en el madrileño semanario "Nuevo Mundo" en 1933, con el que colaboraba el fotógrafo sevillano Sánchez del Pando, que es con casi toda seguridad el autor de ambas. Ilustraba un artículo de José Muñoz San Román, "Recuerdos de las cofradías de madrugada". Era ese el segundo año que éstas se quedaban sin salir por la inseguridad de aquella convulsa segunda república, de ahí el título evocador.

Número de la revista "Nuevo Mundo" de 14 de abril de 1933.


Pero volviendo a la tarjeta postal, lo que más me llamó la atención de ella nada más tenerla en mis manos fueron las líneas que aparecían escritas en francés al dorso con elegante caligrafía. ¿Quién las escribió? ¿Qué historia personal guardaban?




"Carmona. 4 de junio de 1930. Querida señora, con mucho gusto he recibido la carta de Bianvoir que me ha hecho recordar los buenos momentos pasados entre ustedes y eso me hizo lamentar no estar cerca de mi familia. Estoy aún en España, y desde hace un mes y medio en Andalucía. He asistido a las procesiones de Semana Santa en Sevilla, y os envío esta foto tomada en la parroquia de los gitanos. Es en la mañana del regreso del paso, una cosa única y por la que ha merecido la pena el viaje. Tenemos un tiempo gris desde hace unos ocho días. Ruego reciban ustedes y demás amistades la expresión de mis mejores recuerdos. Madeleine Leroux"

La remitente de la tarjeta -tan impresionada por haber asistido a la entrada de la cofradía- era la señorita Madeleine Leroux Morel, una prometedora pintora parisina que había sido premiada en 1929 por el Instituto de Francia con una estancia en España que completara sus estudios artísticos. Estuvo pensionada en la Casa de Velázquez y viajó por distintas ciudades del país, entre ellas, como vemos, Sevilla. Se casaría en 1931 con el escultor español Enrique Pérez Comendador, formado artísticamente en nuestra ciudad, a la que llegó con siete años, y autor entre otras de la estatua de la Infanta Maria Luisa que tenemos en el parque del mismo nombre. Magdalena llegó a pertenecer a la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. Los últimos años de su vida los pasó intentando cumplir el deseo de su ya difunto esposo de establecer aquí una casa museo que expusiese parte de la obra de ambos, sin obtener la verdad mucha ayuda oficial. Hoy este museo está en Hervás, en Cáceres, localidad natal del escultor (1).

En fin, aquella artista francesa debió de quedar tan admirada con aquella mañana que vivió en San Román, y con aquel pintoresco bullicio, que compró una postal y se la envió a sus allegados al norte de los Pirineos, para que compartieran de algún modo su experiencia. No sabemos cómo la tarjeta llegó a Zaragoza, pero sí que tras muchos años ha vuelto a Sevilla, y hoy nos ha servido para recordarla.


Retrato de Madeleine Leroux realizado en sanguina por su padre, Auguste Leroux.

1. Adjuntamos para más datos sobre su persona un link a la página que dicho museo dedica a Madeleine Leroux  http://mpcl.net/catalogo/magdalena-leroux-de-perez-comendador-1902-1984

viernes, 1 de septiembre de 2017

DE SENTIMIENTO LLORABAN HOMBRES, MUJERES Y NIÑOS

Charlando después de los cultos hace unos viernes con un conocido hermano -con Pepe Vega, para más señas- comentábamos cómo a la hora de hablar o escribir sobre la historia de la hermandad, y muy particularmente de su fundación, casi siempre se ha recurrido a lo anecdótico -a la leyenda de María La Pajarita, por ejemplo- y se ha dejado atrás el ambiente en el que la cofradía nace a mediados del siglo XVIII, inmediatamente después de ese luctuoso episodio en la historia del pueblo gitano que se conoce como "la gran redada".

Es Joaquín Guichot (1) seguramente el cronista que mejor refiere lo sucedido en Sevilla en aquellos últimos días de julio y primeros de agosto de 1749, y cómo a las doce de la noche de aquel jueves 31 de julio, a manos de soldados de caballería e infantería llegados con órdenes secretas el día anterior, "...empezó así en esta Ciudad como en todas las poblaciones de España la prisión general de gitanos y gitanas, trayéndolos a las Cárceles, y matando al que se resistiese, como en efecto murieron en ésta, tres cerca de la Cartuja. Todas las puertas de la Ciudad estuvieron cerradas desde las doce de la noche hasta las seis y media de la mañana, y los Postigos hasta las 10; á cuya hora salió un bando con tres cajas, dos pínfanos y diez soldados á bayoneta calada, imponiendo la pena a toda clase de personas, de confiscación de bienes, en incurriendo en la inobediencia del rey y sus órdenes, á los que ocultasen á gitanos o gitanas, como al que no denunciase los gitanos que pudiesen haberse escapado (...) El míércoles 6 de Agosto, á las 6 de la tarde, sacaron de la Cárcel Real una collera de 180 gitanos, reatados en una cuerda, con el acompañamiento de soldados de caballería espada en mano, y de infantería con bayoneta calada, y tambor batiendo marcha, y los llevaron al embarcadero, poniéndolos en el barco de Cuadrado, y desde esta hora hasta después de Ánimas fueron llevando muchachos y hombres á dicho barco hasta el número de 292"

 
La antigua Puerta del Arenal vista por el pintor Jenaro Pérez Villamil

El destino de aquellos inocentes eran los trabajos forzados en el arsenal de la Carraca en la Isla de San Fernando, que por esas fechas se construía. A las mujeres y a los niños menores de doce años se los llevaron a Málaga para recluirlos en tristes y sucios hospicios y casas de misericordia.

Tales medidas crearon en el pueblo llano un sentimiento de comprensión y simpatía hacia los gitanos, y motivaron tal número de quejas que el Rey tuvo que dar marcha atrás sólo unos meses después. Así, el 28 de octubre del mismo año, dicta unas instrucciones en las que afirma que “se haya de repente con el dolor de ver perturbados sus piadosos propósitos con agravios de la justicia, sólo por el mal fundado concepto de sus ejecutores”, mandando que “permaneciendo en su fuerza la deliberación sobre el recogimiento y aprensión de aquellos gitanos que no habían vivido con observancia de las Reales Pragmáticas por haber faltado a alguno de sus capítulos, los demás en quienes se verificase el cumplimiento de ellas, sean puestos en libertad”. Esta libertad fue concedida sin embargo muy lentamente, conforme los reclusos eran reclamados desde sus ciudades y pueblos, y siempre que se acreditase la buena conducta a través de informes de sacerdotes u otros igualmente secretos. Catorce años después de tales medidas fueron liberados los últimos veintitrés gitanos sevillanos que quedaban en El Ferrol. A su regreso a Sevilla, según el mismo Guichot, fueron recluidos bajo vigilancia en el “Corral del Agua”, en el Compás de la Laguna, cercano al convento del Pópulo.  

El escritor D. Antonio Machado y Álvarez (2), padre de los poetas Antonio y Manuel, recoge en su “Colección de Cantes Flamencos” unos martinetes, en su opinión restos de un antiguo y perdido romance, que a nuestro parecer aluden inequívocamente a estos sucesos, a esa triste procesión de hombres maniatados que un día atravesó el arenal de Sevilla rumbo al río y a la gabarra que los llevaría a la Carraca. Con estos martinetes, restos perdidos de un auténtico romancero gitano, ilustramos para terminar esta entrada del blog, en homenaje a los que, tras tantos sufrimientos, fundaron en 1753, sólo cuatro años después de esta sinrazón, nuestra Hermandad de los Gitanos.




1. JOAQUÍN GUICHOT Y PARODY. Historia de la ciudad de Sevilla: desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, 8 vols., Sevilla: Establecimiento Tip. de Hijos de Fé. 1873-1892

2. ANTONIO MACHADO Y ÁLVAREZ. Colección de cantes flamencos recojidos y anotados por Demófilo, Sevilla: Imp. y Lit. de El Porvenir. 1881


martes, 1 de agosto de 2017

LA LEYENDA DE FORTUOSO

Se cuenta que allá por los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo frecuentaba el barrio de San Román y los alrededores de la Puerta Osario un gitano de mediana edad al que llamaban algunos Fortuoso y otros Fructuoso. Era persona de condición muy humilde, más aún que la sencilla gente del barrio. Se ganaba el buen hombre la vida vendiendo tabaco lavado que ofrecía en una caja, recurso éste de pobres y para pobres en aquellos años de escaseces y penurias. No pertenecía a ninguna de aquellas familias gitanas enraizadas en la collación, ni tampoco a las de la otra orilla del rio, a las del viejo arrabal y guarda. Nadie sabía sus apellidos, nadie lo conocía mucho, y ni siquiera se tenía constancia de si era realmente sevillano o venido de otros lares. Amable en el trato, aunque de carácter muy reservado, iba siempre solo, porque además los vecinos lo miraban con un respeto casi reverencial. Una circunstancia especial que en él recaía imponía esa consideración: Fortuoso, de tez cetrina y cerrada barba, era idéntico al Señor de la Salud, y la cosa no tenía mucha explicación. Se sabía que, años antes, Fernández Andes no había utilizado a ningún modelo a la hora de hacer a nuestro sagrado titular, y sólo se sirvió de viejas fotografías de la desaparecida imagen atribuida a Montes de Oca ¿Cómo se parecía ese hombre tanto al Señor?

Traigo a este blog la leyenda de Fortuoso porque conservo en casa un poema que escribió Manuel Rodríguez Rico (1943-2012), amigo de mi padre y persona muy devota del Señor de la Salud. Mi padre quiso incluirlo en un número del boletín de la hermandad, allá por los primeros años noventa, aunque finalmente no llegó a publicarse. Los versos son un retrato de aquella calle Sol, tan distinta a la actual, en la que se crió su autor, con un recuerdo señalado para las familias gitanas que la habitaban y especialmente para Manuel Bermúdez Vargas, hermano al que ya nombramos en estas páginas. Terminan con un emotivo final dedicado precisamente a Fortuoso.

Yo, como dice el poema, no nací tampoco en la calle Sol, aunque así conste en los archivos de la parroquia, porque para bautizarme en San Román recurrieron a decir que había nacido en la fragua de Manuel el Mellizo, en el número 114, y a pesar de que no conocí aquel ambiente, y ni mucho menos a Fortuoso, cada vez que lo he leído me ha emocionado. Aquí os lo dejo, esperando que os guste también.



sábado, 1 de julio de 2017

UN VIEJO PETITORIO Y SUS CURIOSOS ESCUDOS

Dice en 1882 D. José Bermejo refiriéndose a nuestra hermandad que, "aunque la mayoría de sus individuos es pobre, son en las póstulas más afortunados que los de otras; y mediante ese recurso y algún celo podrían sufragar los gastos de la estación". Se refiere el cronista a las cuestaciones que las cofradías realizaban para conseguir financiar los gastos de la salida procesional. La subvención municipal ayudaba, pero ni siquiera sumado el importe de las papeletas de sitio era bastante para afrontar la multitud de gastos que ocasionaban el quinario, la función principal y sobre todo la estación de penitencia, así que se recurría a la generosidad de las gentes del barrio, y sobre todo de los pequeños comerciantes e industriales, para que en los días grandes todo estuviera a la altura de las circunstancias (1).

Altar de un quinario en la recién reconstruida parroquia de San Román a principios de los cincuenta.

El documento que hoy traemos a estas páginas es uno de estos petitorios, una circular impresa por D. Francisco Vera Mármol en su taller de la plaza de la Europa (2). Pertenece a una tirada realizada para el quinario de 1951 de la que parece que sobraron copias, y la mayordomía, dirigida entonces por el inefable Joselito Lérida y Vargas, recurrió a colocar hábilmente un tres manuscrito sobre el número del año para aprovecharlas en 1953.


Llaman también poderosamente la atención los escudos de la corporación. Tanto el impreso en el membrete del propio petitorio, de tipo francés, que es el mismo que figura en las viejas hojillas de inscripción de los años cuarenta, como el que aparece en el estampado con el sello de caucho, aún más antiguo y sencillo, con sólo el corazón agustino bajo el capelo arzobispal.

Del primero confieso que desde la primera vez que lo ví en las antiguas hojillas del pasivo de hermanos me pregunté sobre el significado heráldico del elemento vertical que figura entre los dos óvalos con el corazón y el escudo castellano ¿era la stipes de una cruz patada? En los antiguos paños de bocina que se conservaban en la priostía aparecía también una especie de cruz de San Juan. Con el tiempo este símbolo se sustituiría en nuestro escudo por la cruz arzobispal, y después por un viril, aludiendo al carácter sacramental de la corporación ¿pero qué era aquello?




Observando viejas fotos creo haberle encontrado una explicación. Cuando se adquiere el palio que había pertenecido a la Virgen del Rosario de la hermandad de Montesión se modifica el escudo que figuraba en el mismo, adaptándolo a la heráldica propia de nuestra hermandad, pero hay un espacio vacío entre el bordado de Rodríguez Ojeda que tiene la misma forma, y que de una manera o de otra, alguien tomó prestado para nuestro escudo sin mucho fundamento.

El antiguo palio de Montesión con su configuración original


El mismo palio, reformado por el propio Rodríguez Ojeda, cobijando a la antigua Virgen de las Angustias.

En cuanto al escudo sellado abajo de la circular con un tampón, contiene un detalle que puede pasar desapercibido, y es que se intitula a la Santísima Virgen como "Nuestra Señora de las Angustias". Me trae a la memoria esto a hermanos de otros tiempos, que cuando se referían en la intimidad a Ella no se permitían más familiaridad que llamarla "La Señora". Es como hemos dicho éste un escudo más antiguo que el anterior, probablemente de principios del siglo XX, pero que como vemos se seguía usando aún en los años cincuenta.

Adquirí esta circular en una página de coleccionismo (3), y como no recuerdo que se conservara ningún ejemplar de estos petitorios en el archivo de la secretaría (quizás sí haya alguno en el de la mayordomía), tengo intención de entregarla a la hermandad, pero antes he querido compartirla con ustedes, los lectores de este blog, por sus muchas curiosidades históricas. Esperemos que haya sido de vuestro agrado.



(1) El periodista Gil Gómez Bajuelo, en un artículo publicado en el diario ABC el 17 de marzo de 1951, estimaba en una cantidad cercana al millón y medio de pesetas lo que en aquella época suponía sacar a una cofradía a la calle.


(2) Gran benefactor de la cofradía, al impresor D. Francisco Vera Mármol se le concedió el título de Hermano Mayor Honorario.

(3) La adqurí concretamente en el portal "Todocolección" a D. Javier de la Torre León, conjuntamente con una convocatoria de mano para los cultos cuaresmales de 1953 de la que ya hablamos en el blog.