viernes, 1 de septiembre de 2023

AL CIELO CON ELLA

Ya va a estar aquí, un año más, el ocho de septiembre, festividad de la Natividad de Nuestra Señora, la fecha en la que se inicia el curso cofrade en nuestra hermandad con la función que se dedica por reglas a la Virgen de las Angustias, y su posterior procesión claustral. Es el día del reencuentro entre los hermanos, pero también el de las ausencias, y en esa tarde-noche echaremos especialmente de menos a un hombre que ya es historia de nuestra corporación escrita en letras de oro, a Alberto Gallardo Aguilar. La Santísima Virgen lo ha llamado para que se vaya "al Cielo con Ella" este pasado mes de agosto, aunque su recuerdo permanecerá imborrable para todos los que lo conocimos, y muy especialmente para los que trabajaron a su mando bajo el palio de la Señora.

De Alberto Gallardo y de la hermandad se podrán escribir muchas cosas. Nacido en la calle Sol, y criado en Artemisa, sus vivencias en nuestra corporación fueron muchas, en épocas muy distintas, la mayoría no tan fáciles como la actual. Gallardo fue uno de esos chiquillos que iban a por las flores del palio de Montesión, para que no faltaran en el de nuestra Titular. En el primer cuadrante de la cofradía archivado en nuestra secretaría, de 1950, ya figuran un joven Alberto de dieciséis años y su hermano Joaquín, de pareja de nazarenos, cuando el número de estos no llegaba al centenar. También se encuentran sus nombres en el libro de hermanos de 1949, el más antiguo que conserva la hermandad, con los números 71, Joaquín, y 72, Alberto (1)


Gallardo en una comida de hermandad de los años sesenta en el Gran Almirante,
en la misma mesa que el entonces capataz de la cofradía Salvador Dorado "El Penitente", y junto a Juan Vega Niño.

Yo confieso que siempre le tuve tal admiración y respeto a Gallardo que no se siquiera por dónde podría empezar a escribir algo sobre él aquí en estas pobres páginas, así que en su recuerdo he optado por traeros fragmentos de una entrevista que el periodista José María Aguilar le hizo para el diario ABC en la cuaresma de 1989 (2), de manera que sean sus propias palabras las que nos hablen de su trayectoria vital, que trasciende el ámbito de nuestra hermandad, pues Alberto fue patrimonio de toda la Semana Santa de Sevilla. Dice así:

Hace más de treinta y cinco años, un joven del barrio de San Román, llamado Alberto Gallardo trabajaba cuando podía en el mercado del Pópulo. Trabajaba cuando podía porque el paro, ya por entonces, causaba sus estragos...

-Paro sí que había antes; hoy está más camuflado y hay mucho cuento. Yo tenía diecinueve años y dos hijos en el mundo. Estaba de suplente en el mercado del Pópulo en la cuadrilla de metedores. Cuando no me tocaba trabajar me iba al muelle para que me diera trabajo Alfonso Borrero. Y fue Alfonso el que me metió en el mundo de las cofradías. Me metió en su cuadrilla y consiguió que me dieran permiso en la mili para que pudiera sacar las cofradías.

El primer paso que yo saqué con Alfonso fue el de la Borriquita, cuando tenía diecinueve años. Luego saqué el Amor. Aquel año sacamos también Las Penas de San Vicente el Lunes; Los Estudiantes el Martes; San Bernardo el Miércoles; El Valle, el Jueves; El Silencio en la Madrugá. Después Alfonso cogería la Macarena en la Madrugá. Alfonso me mandaba el Viernes con Manolo Bejarano para sacar Montserrat. Por aquel entonces se podía ganar tres duros por una cofradía...

Alfonso Borrero era un hombre humano. Tenía una humanidad enorme. Todo lo que tenía de pequeño lo tenía de gran corazón. Atendió a muchas familias que lo necesitaban en aquel tiempo. Para mí, como capataz llegó a la cumbre. Tenía una voz alegre y sabía transmitir fuerza al hombre cuando éste no la tenía. Era dulce mandando.

A él siempre le oí decir lo de "Al Cielo con Ella", pero quizás no fuese suya la voz, sino de "El Balilla". Se ha atribuido esa voz dedicada a la Macarena, cuando en realidad "El Balilla" la dijo por primera vez cuando iba mandado por Salvador debajo del palio de las Angustias de Los Gitanos.

Yo fui siempre en el costero izquierdo y llevaba de fijador a Manolo "El Carrero", conocido por el de los pollos ingleses, y detrás a Curro Benítez y Joselito "El Longui". Siempre saqué pasos de Cristo y me moría de ganas por sacar un palio. De costalero me llevé treinta años.

A Alfonso lo veía igualar a su cuadrilla desde chico y se murió sin verme mandar una cofradía. Cuando Alfonso murió yo pasé con Manolo Bejarano. Con él estuve unos años hasta que se retiró, y luego me retiré yo también. Después surgieron Manuel López Díaz "El Moreno" y Domingo Rojas, compañeros mios en el Merca, y me pidieron que les ayudara abajo para hacer la cuadrilla. Estuve en la cuadrilla del "Moreno" y Domingo Rojas hasta que tuve una lesión en la rodilla y les dije que ya no podía seguir más. Entonces "El Moreno" me dijo: "Tú te vas de ahí abajo, pero no de mi vera porque te vas a venir de ayudante en el Cristo". Para mí fue una alegría inmensa.

Mis capataces fueron Alfonso, Bejarano, "El Moreno" y Domingo Rojas y, de verdad me hubiera gustado escuchar a otros maestros para saber más aún, porque en esto no se termina nunca de aprender. Yo aprendí de Alfonso la humanidad y la alegría en el mandar; de Bejarano, la tranquilidad y el temple; de "El Moreno" la dulzura y la alegría de mandar de esa forma.

Ahora, cuando saco el palio de las Angustias a la calle miro al cielo y digo: "Manolo, va por ti..."


Mandando el paso de la Virgen en una entrada en San Román junto a la Duquesa de Alba.

Cuando dejé la trabajadera y pasé de ayudante con "El Moreno" estuve cuatro o cinco años. Y voy a contar como llegué a ser capataz.

El mundo más humano y más verdadero y más cariñoso y más puro es el de la trabajadera. Porque el Señor lo quiso, pude también conocer el mundo de fuera. Tuve la suerte de conocerlo porque me lo permitió el Señor, pero varía tanto... Es distinto totalmente y no hay tanta verdad como abajo. Hay más envidia, hipocrecia y falsedad.

Debido a las cosas que pasan en este mundo de fuera, llegó un día "El Moreno" y me dijo: "Niño, Alberto, ¿tú quieres trabajar las cofradías este año conmigo?". Le contesté: "Hombre, Manolo, por Dios, ¿me vas a preguntar eso? Si me has puesto delante de un paso y te lo agradeceré mientras el Señor me tenga en la Tierra...". A este hombre había que ayudarlo. Había tenido problemas algunos de salud y en ese momento le contesté que sí: "Manolo, pero te tienes que guiar de mí". Le dije esto porque ya se le iban las cosas de la cabeza y para que no metiera la pata le tenía que dar con el pié...

Firmamos los contratos ese año con las Aguas, de la calle Dos de Mayo, Buen Fin y El Valle. Al año siguiente, esto hace cuatro o cinco, ya murió. Pero el año que sacamos juntos las cofradías, él paseó todos los pasos por la carrera oficial para que toda Sevilla lo viera. Cuando "El Moreno" murió, las hermandades respetaron los contratos que tenían conmigo y ahí nació Alberto Gallardo como capataz de Sevilla.


Dos figuras señeras escoltando al Señor de la Salud en su Besamanos.
Manuel Moreno Serrano y Alberto Gallardo Aguilar.


La cuadrilla que teniamos era propia, de costaleros tradicionales, como me gusta llamarlos, porque eso de profesionales no es. Al año siguiente, ya muerto "El Moreno", seguí con las mismas cofradías. Menos la Coronación de Espinas, que iba con costaleros profesionales, yo mandé a hermanos costaleros.

Al siguiente año me propusieron el Buen Fin y las Aguas que hiciera las cuadrillas de palio con hermanos costaleros. Ahora saco las Aguas, de la calle Dos de Mayo, que este año sale de los Terceros; Buen Fin, El Valle y el pasopalio de las Angustias, de los Gitanos.

A mi me critican que mi hijo Alberto venga conmigo de segundo. Mi hijo y yo somos "los Albertos" de las cofradías, no "los Albertos" que tienen dinero... Mi hijo, ya digo, viene conmigo, y después de ver lo de fuera, ¿a quién mejor pongo de segundo que a mi hijo? Lo consideran inexperto, pero ahí están los pasos del Cristo de las Aguas, Buen Fin, el Nazareno del Valle y a la verita mía va en las Angustias de Los Gitanos (...)

Pero no quisiera terminar sin decir que no sé como pagarle al Señor de la Salud y a la Virgen de las Angustias, de mi cofradía de Los Gitanos, que me hayan permitido que en mi Hermandad lo haya hecho casi todo. Y es haber llevado al Señor muchos años en las trabajaderas; haberlo mandado como segundo por las calles de Sevilla; llevarlo en el Centenario a la catedral; sacar a la Santísima Madre de las Angustias por primera vez como costalero de palio, lo que fue un orgullo porque hasta entonces jamás había sacado un palio y fue el de Ella; ser elegido entre varios por la junta de gobierno para crear una cuadrilla de hermanos costaleros en mi hermandad, lo que fue otro privilegio que el Señor me dio, pasearlo como se merece por las calles de Sevilla con los hermanos costaleros y, casi ná, llevar a la Virgen hasta la Catedral para que fuese coronada canónicamente por el arzobispo. Y ahí quedó eso por igual.


Gallardo con su nieto y su familia delante del paso de nuestra Señora.


1.- Libro-registro de hermanos diligenciado en abril de 1949 por el secretario José Mª De la Concha Meneses, con el visto bueno del hermano mayor Francisco Antúnez Garrido. 
2.- CAPATACES DE SEVILLA (y XII). Diario ABC, edición de Sevilla de 19 de marzo de 1989. Págs. 75 y 76