viernes, 1 de noviembre de 2019

EL PADRE PEDRO MARÍA AYALA

En el archivo de la hermandad se conserva un oficio fechado en 9 de abril de 1938, firmado por el secretario de cámara del arzobispado, Miguel Bernal Zurita, en el que se comunicaba la imposibilidad del cardenal Segura de asistir personalmente a la bendición de la nueva imagen de Nuestro Padre Jesús de la Salud, que había de realizarse al día siguiente, Domingo de Ramos, autorizando al reverendo padre Pedro Ayala para que en su nombre y representación la efectuara. Dice así:




Analizando el documento, no vamos a entrar en tratar de elucidar las razones por las que el cardenal Segura -que se había hecho cargo de la archidiócesis sólo seis meses antes, a la muerte de Ilundáin- no pudo bendecir a la nueva imagen. Sí cabría destacar cómo se adjetiva a la corporación como fervorosa, título que el propio Segura otorgará oficialmente a la hermandad muchos años más tarde.  Pero lo que más nos resulta interesante del oficio es la designación del padre Pedro María Ayala para la ceremonia que iba a celebrarse ¿Quién fue este abnegado soldado jesuita que bendijo al Señor de la Salud?

He adquirido recientemente un pequeño librito que nos aporta bastantes datos biográficos y anécdotas de su vida (1). Pedro María Ayala Fernández nació en Bollullos del Condado (Huelva) en 1876. Con dieciséis años entró en el noviciado de la compañía en Murcia. En 1897, en Granada, conoció al Venerable Padre Tarín, quien fue para él un ejemplo a seguir en toda su trayectoría vital, especialmente en lo que se refiere a su concepción del apostolado popular y la doctrina social de la iglesia. Tras obtener sus dos licenciaturas, en Filosofía y Letras y en Teología, realizó sus últimos votos religiosos en 1911, y en 1924 llega a Sevilla como Director de la Congregación Mariana de los Luises, donde se consagrará a la asistencia y cuidado de los leprosos del Hospital de San Lázaro.

Eran los años previos a la Exposición Iberoamericana, y con la preparación de estos fastos, surge otra Sevilla paralela. Un aluvión de menesterosos llegan a la capital en busca de un jornal y se hacinan en las chabolas de Villalatas, Amate o el Cerro del Águila, y si la Sevilla oficial trata de esconder esta realidad, el padre Ayala va con decisión a su encuentro, y no con pocas dificultades, pues en esos nuevos barrios comienza una agitación política y social que se irá agravando paulatinamente. Pocos religiosos, salvo las Hermanitas de la Cruz y nuestro protagonista, son bien vistos y respetados por aquella otra Sevilla, pero incluso los comunistas no pueden dejar de reconocer su entrega a los pobres y hacen la vista gorda en sus visitas. Tampoco fue menor su labor en la cárcel, fundando un patronato para atender a los reclusos y sostener a los recién excarcelados.

Cuando se proclama la República y se ordena la expulsión del país de la Compañía de Jesús, el padre Ayala consigue que su congregación siga funcionando bajo el nombre de "Asociación Cultural de Jóvenes Sevillanos", y al frente de ella sigue hasta 1941 que, a pesar de sus muchos achaques, pasa a dedicarse casi por completo a redactar una "Vida documentada del Siervo de Dios P. Francisco de Paula Tarín de la Compañía de Jesús", en cuya causa de beatificación fue vicepostulante. Pedro María Ayala murió en olor de santidad el día de la Virgen del Rosario de 1949, y a petición de sus congregantes fue sepultado en la capilla de Los Luises, en la calle Trajano. 

Leprosos, pobres, marginados, presos... el padre Ayala estuvo siempre con los oprimidos ¿Y con los gitanos? En una semblanza de su persona que hizo el afamado sacerdote Federico Pérez-Estudillo en el diario ABC (2), nos cuenta como "fue director espiritual de la cofradía de los Gitanos, introduciendo los cultos a los titulares, que predicaba siempre". Lo que ignoramos, por faltar documentación de aquellos años, es si esa dirección espiritual fue anterior a la guerra, lo que explicaría mejor esta designación del cardenal Segura para que le sustituyera en la bendición, o fue posterior. Se conoce que en abril 1935 predicó el triduo de la Virgen (3), . y que un año antes de su muerte, en 1948, José Vega Niño recurre a él para que convenza al célebre padre Ramón Cué, también jesuita, para que predique el quinario de ese año (4).

El caso es que, a pesar de que la ciudad le dedicó agradecida una calle en el barrio de Nervión, se quejaba también el padre Estudillo en aquella tribuna abierta de cierta desidia inexplicable a la hora de iniciarle un proceso de beatificación. Quizás la hermandad pudiera aportar su granito de arena en este aspecto.

Queremos terminar estas líneas con una estampa que se editó a su muerte, en la que se incluía una oración para que Dios lo glorificara con la gloria de los milagros. Con ellos o sin ellos, seguro que el Señor de la Salud y su bendita madre María Santísima de las Angustias le habrán compensado todos sus trabajos. 




(1) ROJO MÁRQUEZ, Manuel. "Apuntes biográficos del R.P. Pedro Mª Ayala, S.J.". Gráficas La Gavidia. Sevilla 1949.
(2) PEREZ ESTUDILLO Y SANCHEZ, Federico. "Un santo sacerdote: El Padre Pedro María Ayala, S.I.". Diario ABC de Sevilla, edición de 6 de Octubre de 1993, pág. 74. (Leer aquí)
(3) GÁMEZ MARTÍN, José. "Cofradía pobrecita pero muy simpática", en Boletín de las Cofradías de Sevilla. Nº 656. Sevilla, abril de 2013. Pp. 750-753. 
(4) RAMOS SÁEZ, Javier. "Una comisión de cultos en la Hermandad de los Gitanos", en Boletín de las Cofradías de Sevilla. Nº 656, Sevilla, abril de 2013. Pp. 754-756.