martes, 5 de julio de 2016

EL ÚLTIMO DE LOS CAMPOS

Hace unos meses hablábamos en este blog, en aquella entrada que titulamos "Linajes de cofrades", de la importancia de las familias en la vida e historia de las hermandades, y muy particularmente, por su origen étnico, en la nuestra. Publicamos la reconstrucción de un listado de los años cuarenta y nombramos a dinastías y apellidos que se repiten en la nómina de nuestra corporación desde sus orígenes, pero nos dejamos atrás -porque ya en esa lista no figuraba- a una familia crucial en la historia de la Hermandad de Los Gitanos. Me refiero a la familia Del Campo, De Campos o Campos, que de cualquiera de estos modos aparece registrada en los censos de nuestra ciudad, en una época en que los apellidos no estaban aún fijados.

D. José Bermejo, en su "Glorias Religiosas de Sevilla", en 1882, nos da noticia de un tal Gerónimo del Campo en los términos siguientes:

"Este hombre, a quien tuvieron por santo, los de su clase, por la vida ejemplar que observaba y su fervor religioso, fue el que más se distinguió y señaló; trabajando con incansable fervor por el aumento y prosperidad de la hermandad, no sólo en el dilatado tiempo que ejerció la mayordomía, sino también en el discurso de su vida. Por su medio, algunos capitulares de la Santa Iglesia, fueron insignes bienhechores de esta cofradía, principalmente el Sr. Monroy. Su mismo celo fue el que le sugirió la idea de presentarse a este señor en la enfermedad de que murió suplicándole no olvidase a la hermandad en su última voluntad; y preguntándole que era lo que pedía, contestó que un almacenito para guardar los pasos. El Señor Monroy le dijo entonces, que hiciera diligencia por el que le acomodara y lo ajustase para su compra. Habiéndolo practicado, dio cuenta al mismo señor del que contratara y diera su importe, el que inmediatamente le entregó para que lo comprara".

Don Diego Fernando Sánchez de Monroy, aquel canónigo que perteneció a la hermandad y que la favoreció con la donación de un almacen, falleció en 1773, según consta en la lápida de su enterramiento en la catedral, así que es aproximadamente por estas fechas cuando Gerónimo del Campo ocupa la mayordomía y sucede esta donación que nos cuenta Bermejo.

Pero no sólo es Bermejo quien nombra y destaca al cofrade Gerónimo. En un legajo conservado en el archivo arzobispal, de cuando en 1816 la hermandad se estaba reorganizando y se discutía en un pleito quien tenía derecho a asistir al cabildo que había de aprobar nuevas reglas, un testigo refiere como había visto un libro antiguo en manos de uno de los promotores de tal reorganización, en el que figuraban Gerónimo y su hermano Vicente. Que dicho testigo destacara para señalar la antiguedad del libro precisamente a los hermanos Del Campo, entre tantos otros, nos da buena cuenta de como su fama se conservaba bastantes años después. 

El apellido vuelve a aparecer al frente de la hermandad a mediados del siglo XIX, cuando estaba establecida en San Esteban. El historiador Cristóbal Roldán Barragán publicó en el anuario de la hermandad de 2014 un interesantísimo y documentado artículo bajo el título de "Pinceladas biográficas de un Hermano Mayor", cuya lectura recomendamos, y que nos aporta numerosos datos sobre José de Campo y Tinoco, quien como secretario, en 1850, intentó sin éxito llevarse a la corporación al Convento del Carmen, en el barrio de los Humeros, donde de antiguo existía un importante núcleo de población gitana, entre ellos los Campos. Después, ya como hermano mayor, consiguió en 1860 el traslado a San Nicolás.

En 1880 es su hermano menor Juan José el que pide y consigue la llegada de nuestros titulares a la Parroquia de San Román, donde nos cuenta Cristóbal Roldán que diez años antes se había enterrado José de Campo y Tinoco. Y es que, como una vez me comentó el historiador, parece como si la hermandad siguiera a la familia en sus cambios de domicilio, y no al revés.


La firma de Juan José de Campos en la solicitud de traslado de San Nicolás a San Román

A Juan José, ya en 1895, lo encontramos en un padrón municipal residiendo con setenta años, viudo, en el número 5 de la calle Arrebolera (actual María Auxiliadora). Me lo imagino, ya anciano, acudiendo a la parroquia de San Román, para venerar a sus sagrados titulares, quizás tomando como camino la calle Verónica, donde ahora reside nuestra hermandad, o pasando por la calle Butrón, donde vivió su familia. Parece como si con él se hubiera extinguido un linaje, pero no, de un modo u otro los Campos perduraron.



Cuando yo era joven y escuchaba a los mayores hablar sobre la hermandad antigua, la que sobrevivió al incendio de San Román, salía a relucir siempre un nombre entre todos aquellos heroicos hermanos que levantaron a nuestra corporación de entre sus cenizas. Creo que fue Vicente Valencia el primero que me habló de "Diego de Concepción", Diego Vargas García, que ocupó cargos en las gestoras de tan difíciles años (*). Diego, nacido ya en plena calle Sol, en el número 46, era hijo de Concepción García y Campos, y nieto de Mercedes del Campo Tinoco, hermana de José y Juan José.





La sangre de los Campos, la de aquel legendario Gerónimo que murió en olor de santidad, "tembló pero no cayó". Sobrevivió pues en una rama de los Vargas, para seguir honrando al Señor de la Salud y a su bendita madre la Virgen de las Angustias.



(*) En el archivo de nuestra secretaría se conserva un Decreto del Vicario General del Arzobispado fechado en 16 de septiembre de 1942, en el que se ordena la constitución de una comisión gestora "formando parte de ella Antonio Vega de los Reyes, Diego Vargas García, José Vega Niño, Juan José Bermúdez Vargas y otros hasta el número de veinte". Diego Vargas es también vocal en la comisión de cultos constituida en febrero de 1948. Ya por estas fechas aparece en el libro-registro de hermanos como domiciliado en la calle Gerona. Falleció en 1951.