domingo, 1 de abril de 2018

UN TROCITO DE TISÚ




Guardo en casa, como uno de mis más preciados tesoros, una vieja fotografía que realizó Serrano a la antigua efigie del Señor de la Salud. Se la regaló a mi padre José Lérida y Vargas, y de hecho en el reverso del pequeño cuadro aparece mecanografiada una dedicatoria con una de las inefables poesías que escribía el anciano ex-mayordomo. Mi padre, conocedor de como me gustaban estas antiguedades, me la cedió a mí, y ya lleva sus buenos años colgada en mi dormitorio. Hace poco, nuestro hermano Juan Carlos Vázquez, tan interesado como yo en la historia de la hermandad, me pasó un recorte de prensa que había localizado en la Hemeroteca Municipal y que hablaba precisamente del estreno de la túnica que viste en esta foto el Cristo. Me ha parecido interesante traeros hoy a estas páginas aquella nota que publicó el diario sevillano La Unión en su edición del 3 de abril de 1925. La verdad es que la historia de aquella túnica ya la he referido en algún foro de cofrades y algún grupo de facebook, tal como me la contó a mí el tio Joselito Lérida, pero quizás conveniera volverla a traer aquí y recopilar las fotos que se conservan de ella. Quien sabe... Quizás algún día una junta de gobierno o un grupo de hermanos se decidan a recuperarla realizando una reproducción, como ha ocurrido recientemente con la que bordó Rodríguez Ojeda en 1892. De ésta de la que hablamos quizás se conserve incluso el negativo de una foto tomada antes de que la vistiera el Señor, con la prenda extendida, y donde se puede apreciar mejor el detalle del dibujo. Esta instantánea, realizada por el afamado fotoperiodista Ángel Gómez "Gelán", es precisamente la que ilustraba en huecograbado aquella nota de prensa de la Unión que comentamos.


Diario La Unión en su edición de 3 de abril de 1925. Foto Gelán.


Aquella singular túnica de tisú color hueso fue diseñada por Francisco Farfán Ramos (1869-1935), carpintero y autodidacta investigador histórico conocido en la Sevilla de la época como "Maese Farfán", y aunque como decía La Unión, la donación la hizo anónimamente "una familia devota", parece ser que esta familia que la regaló no fue otra que la suya. Muy vinculado a la hermandad del Calvario, para la que realizó su obra más conocida, el paso del Santísimo Cristo, fueron también importantes sus aportaciones al bordado mediante la técnica llamada de aplicación o recorte, destacando en este aspecto los faldones que realizó para el mismo paso del Cristo del Calvario, la reproducción que hizo del antiguo pendón de la ciudad para la Exposición Iberoamericana, o el palio de los años treinta de la Virgen de la O. Farfán diseñaba y bordaban sus hijas: Concepción, Rosario, Carmen y María Luisa Farfán García. 

Francisco Farfán tenía su domicilio y taller allá por los años veinte del pasado siglo en el número 14 de la calle Matahacas, en ese señorial edificio en el que después también establecerían su taller de orfebrería los Seco. Fue seguramente esta vecindad con la hermandad de los Gitanos la que impulsó a la familia a confeccionar y regalarle al Señor aquella túnica con dibujos mudéjares que parece inspirada en la persa que Rodríguez Ojeda bordó también sobre tisú para el Gran Poder en 1908. En las siguientes fotos tomadas al Señor de la Salud en el interior del templo podemos observar los bordados de aplicación entre el brillo metálico del tisú de oro.




Aquella madrugá de 1925 estrenaba también nuestra antigua imágen una nueva corona de espinas tallada por el escultor Joaquín Bilbao, de la que otro día hablaremos, y que es la que lleva puesta el Señor de la Salud en todas las fotos conocidas en las que aparece vistiendo esta túnica (1). La verdad es que Serrano se explayó aquel Viernes Santo con la cofradía y la fotografió varias veces en los alrededores de la Encarnación y San Pedro. En la instancia al ayuntamiento comunicando la salida procesional de aquel año, que firma el entonces teniente de hermano mayor José Bocio, se indica que la cofradía realizará su recorrido tradicional, por lo que entendemos que en aquellos años veinte era más que frecuente que se retornara dándole la vuelta al mercado de la Encarnación por su lado norte, para llegar por la entonces estrecha calle Imagen a la plaza de San Pedro (2). Obsérvese que las instantáneas pertenecen al mismo día por la disposición de los cirios de los nazarenos que no han completado la estación, que se han colocado sobre el paso. No se llevaba entonces eso del carro detrás. La secuencia comienza a la altura de la barbería de D. Antonio Magariño, que ocupaba el número tres de la Encarnación, continúa en la esquina con Regina, pasa ya al lado este de la plaza, donde estaba el despacho de aceites de D. Joaquín Narbona, y termina con el paso desembocando desde Imagen a la plaza de San Pedro.



Pero volviendo a la historia de aquella túnica, me contaba José Lérida que no se perdió como tantas cosas en 1936. Al parecer, como había ocurrido años antes con la persa del Gran Poder, la prenda no tuvo mucha aceptación, y si en San Lorenzo resolvieron el asunto pasando los bordados del tisú original a terciopelo, en nuestro caso fueron más radicales, y fue devuelta a sus donantes excusándose en que le quedaba grande al Señor. La hermandad comenzaba a sumarse así a la moda de vestir a los Nazarenos con túnicas lisas.

Muchos años después, allá por los ochenta, cada vez que nuestra corporación invitaba a algún acto a la del Calvario venía siempre en representación de ésta el mismo miembro de junta, un cofrade sencillo y discreto que se llamaba Antonio de la Oliva Farfán, nieto del Maese Farfán protagonista de nuestra historia. El entonces hermano mayor, Antonio Moreno Bermúdez que en paz descanse, llegó a trabar amistad con aquel hombre con quien compartía además devociones, pues no en vano Antonio Moreno era también hermano del Calvario. Un buen día el nieto de Farfán le regaló un pequeño retal del tisú, ya ajado por el tiempo, perteneciente a aquella túnica que su abuelo, su madre y sus tías le regalaron a nuestro Titular. Hace poco pregunté por aquel trocito de tisú, que su padre conservó en vida como una reliquia, a nuestro querido Pepe Moreno Vega. Mi intención era hacerle una foto para que completara este texto, pero Pepe me contó que él mismo lo donó a la  hermandad con motivo de su 250 aniversario, con la idea de que se colocara en un cuadro del Señor vistiendo aquella prenda. Seguro que en la nueva casa de hermandad habrá un rincón para ese cuadro y ese pedacito de tisú, en recuerdo de aquel carpintero que quizo regalarle al Señor de la Salud una túnica bordada.


1.- El diario El Liberal, en la página 4 de su edición del 25 de Marzo de 1925, daba noticias de la donación de la corona de espinas por D. Joaquín Bilbao, refiriendo que aquella misma tarde iba a serle entregada a la hermandad. Días después, en la edición del día 31 del mismo mes, se aclara que la entrega se realizó finalmente el 28 de Marzo. La noticia que da sobre la donación de la túnica el diario La Unión aparece el mismo Viernes de Dolores, ya en los prolegómenos de la Semana Santa.
2.- A.H.M. Sección Festejos. 1925.