martes, 1 de octubre de 2019

LA MISION DEL 65

Dedicado a Francisco Gallardo López (q.e.p.d.) 
en el día de su fallecimiento. Él estuvo allí con sus Angustias.


En enero de 1965 el Cardenal Bueno Monreal convocaba a los sevillanos a participar en las Santas Misiones, una obra pastoral en la que otorgaría un importante papel a las hermandades, aglutinadoras, entonces como siempre, de la religiosidad popular. Se pretendía que las cofradías se involucraran en estas misiones trasladando a sus titulares a los barrios periféricos, donde se habrían de instalar los centros misionales, y a la nuestra le asignaron una zona entonces muy marginal, lo que se conocía como "las Tapias de Cobián". Entre lo que hoy son las calles Buero Vallejo y José Díaz, en las proximidades de Macarena Tres Huertas, existía la tapia de una antigua fundición del siglo XIX, la de D. José Cobián, junto a la que había un asentamiento chabolista ocupado mayormente por población de aluvión recién llegada a la ciudad.

A la junta de gobierno no le gustó mucho el lugar al que destinaron a la hermandad. Conservo en casa los borradores mecanografiados de las actas que escribió mi padre como secretario, y en la del cabildo de oficiales celebrado en de enero de ese año se puede leer como el hermano mayor da cuenta de que "...se vienen realizando gestiones acerca de la instalación de dicho centro, sin que hasta la fecha se cuente con un local adecuado donde poder trasladar a nuestras Sagradas Imágenes, y parece ser que se pretende instalarnos en un barracón provisional de lonas, por lo que se pone en conocimiento de esta junta de gobierno a fin de que se decida nuestra postura en tal caso. Se acuerda que si el local que nos asignen no merece la suficiente garantía y seguridad no se trasladen ninguna de nuestras Imágenes (...) Si el local reuniera esas garantías se acuerda que la imagen a trasladar sea la de la Santísima Virgen de las Angustias" (1).

A algún hermano joven pudiera sorprenderle que se eligiera a la Virgen y no al Señor de la Salud. La mayoría de las hermandades hicieron lo mismo, llevar a los centros misionales a sus titulares marianas, pero aparte, y dado que lo que la Iglesia pretendía era aprovechar el tirón popular de las imágenes, hay que reconocer que en esa época nuestra Señora tenía más que el Cristo. Eran los años del mítico Salvador Dorado "El Penitente" comandando el palio. Salían más nazarenos en los tramos de Virgen que en los de Cristo, y sólo hay que leer los pregones de aquellas décadas, empezando por el de Rodríguez Buzón, con aquel célebre poema "La Virgen de los Gitanos pisa ya la madrugada", o continuando por el de Domingo Manfredi, para cuya publicación se eligió como portada la famosa foto de la mantilla.

Al final, gracias a las gestiones del jesuita Rvdo. Padre D. Luciano Gil Japón, delegado jefe de la zona, se habilitó al efecto una nave industrial de las que aún existen en la calle José Díaz, y el día 28 de enero se organizó el traslado de la Virgen, que saliendo de San Román tomó por la calle Socorro, plaza de San Marcos y San Luis, pasó bajo el arco de la Macarena, y siguiendo por Don Fadrique y la Avenida Sánchez Pizjuán llegó al centro misional.

Mi padre, que había sido nombrado por la organización de la misión vocal de difusión para la zona de San Román, contactó con su amigo Valentín Monterroso (2), que trabajaba en un estudio fotográfico de la calle Azafrán, a efectos de que realizara un reportaje sobre lo que iba a ser un histórico traslado, fotos que, aunque ya algunas se publicaron en el anuario de la hermandad de 2015, hemos querido traer hoy a estas páginas.


Bajando las andas de la Santísima Virgen del presbiterio de San Román vemos a los hermanos José y Manuel Moreno Serrano y a mi padre, José Luis Dorado Canelo. Marchan delante, entre otros, Francisco Lobato Ricca y Francisco Gallardo Caro, "Paco Bigote"

Bajo la ojiva de San Román podemos ver entre otros a Francisco Vargas Vargas, a José Exposito Heredia "El Loqui", o a Don José Manzano Pérez


A hombros de Juan Miguel Ortega Ezpeleta y Juan Antúnez Espada por la calle Socorro.

Juan Miguel Ortega, Juan Antúnez, y en la manigueta trasera José María Loreto Lázaro. Detrás, con su bonete de párroco, el bueno de Don Crescencio.

En la plaza de San Marcos, a hombros de José Expósito Heredia "El Loqui".

Por la calle San Luis

A la altura del antiguo hospicio llevan las andas José Moreno Serrano y José Manzano Camacho. Juanto a ellas vemos a Vicente Valencia, Manolo Ortega, Juan Antúnez, Rafael Granados, Manolo Moreno, José Tejera y a un jovencísimo Antonio de la Rosa Heredia.

Francisco Vega Moreno "Francisquito" y José María Loreto Lázaro.

Bajo el arco de la Macarena




En primer plano el entonces hermano mayor Manolo Moreno, y llevando las andas quien ocuparía el cargo dos décadas despúes, cuando la coronación canónica, Manuel Ortega Ezpeleta.

Al fondo la Basílica Macarena

Junto al Hospital de las Cinco Llagas.

José de Rueda Carrión y el poeta Joaquín Romero Murube, hermanos de la Soledad de San Lorenzo,
que marchaba también por Don Fadrique camino de San Jerónimo,

El encuentro entre la Soledad de San Lorenzo y las Angustias a la altura del Hospital de las Cinco Llagas.


Hermanos de los Gitanos llevando a la Soledad, y soleanos portando a las Angustias.

"Paco Bigote" y sus niñas a la caída de la noche, ya casi en el centro misional.

La entrada en la nave industrial de la actual calle José Díaz. En primer plano Joaquín Jiménez Casal.




La Misión de Sevilla se desarrolló entre el 1 y el 15 de aquel febrero de 1965. Durante esa quincena, a pesar del frío y de lo desangelado del lugar, jamás la Virgen estuvo sola, pues se organizaron turnos de vigilancia entre los hermanos, que incluso pernoctaron en la nave haciéndole guardia.

La anécdota familiar -que yo no viví, porque estaba aún en el vientre de mi madre- es que mi hermanilla Marianzi, que debió de pasarlo en grande jugando por aquellos descampados, se cortó con una lata mohosa. Mi madre, embarazada de mí como estaba, advirtió con gran susto como las medias blancas de la niña estaban totalmente teñidas por el rojo de la sangre. La niña se ganó una inyección del tétanos, y el padre de la niña una tremenda bronca por estar más pendiente de la Virgen que de su hija. Pero bueno... no llegó la sangre al río, y además ¿quién no se queda embobado y se olvida de todo mirando la carita de las Angustias?


1.- Acta nº 90 de 24 de enero de 1965, Libro de actas de cabildos de oficiales celebrados entre 1954 y 1967.
2.- Valentín Monterroso firmaría un par de años después otra famosa fotografía, con el Señor de perfil y sin la corona de espinas, realizada el día en que se le impusieron las potencias de oro. Una ampliación de esta foto presidió, desde que yo tengo uso de razón, los cabildos de oficiales de la hermandad, primero en el cuartillo de detrás de la capilla, y después en la sala de juntas de la casa-hermandad de la calle Socorro.