viernes, 1 de noviembre de 2024

LA PAJARITA EMPODERADA EN EL COMPÁS DE LA LAGUNA

En la historia de la fundación de la Hermandad de los Gitanos se ha resaltado siempre el protagonismo que tuvo una mujer: María Josepha García, más conocida como María la Pajarita. Es un caso excepcional en la historiografía cofrade. Ya vimos que tanto José Bermejo como Luis Pérez Porto la nombran en sus respectivas obras, y siempre refiriendo que fue ella quién donó la imagen de nuestro antiguo Titular (1). Investigando en los padrones, tanto de la Parroquia de Santa Ana, como en los de la del Sagrario, la encontramos muchas veces a cargo de la familia, mientras al lado del nombre de su marido aparece la palabra "ausente", lo que es lógico por sus quehaceres de navegante, pero también en alguna ocasión este adjetivo figura junto al nombre de ella, lo que nos indica que muy seguramente sea cierto eso de que viajó con su esposo a América (2). Sus hijos quedaban entonces bajo la tutela de sus abuelos: Juan García "Pajarito", y Luisa Antonia de Flores, que convivieron siempre con ellos en el mismo nucleo familiar. Pero no vamos hoy a hablar de los viajes de María, de los que quizás algún día encontremos más datos, sino de todo lo contrario, de su vida cuando ella se quedaba en Sevilla con la prole, y queremos traer a colación un documento conservado en el archivo de protocolos, por el que Sebastián Miguel de Varas, próximo a emprender un nuevo viaje a las Indias, le otorga ante escribano público amplios poderes para llevar la economía familiar y disponer de sus bienes en su ausencia.


A.H.P.Se. Secc. Protocolos Notariales. Oficio 24. Signatura 17172. Único 1760. Folio 288 r.


A.H.P.Se. Secc. Protocolos Notariales. Oficio 24. Signatura 17172. Único 1760. Folio 288 vtº.


Como quiera que se trata de un documento extenso, farragoso y lleno de formulismos jurídicos, y puesto que damos por sentado que nadie entra a este blog para estudiar derecho, hemos optado por resumir la trascripción, que dice más o menos así:

Poder y Licencia Sebastián de Miranda Varas a María Josepha García su mujer

Sépase como yo, Sevastián Miguel de Miranda Varas, Castellano nuevo, vezino de esta ciudad de Sevilla, collazión de Santa María la Mayor en el sitio del Compás de la Laguna y de partida a hacer viaje a las Indias en la proxima flota: otorgo a que doy mi poder cumplido facultad y licencia en forma a María Josepha García mi lejítima muger, también castellana nueva y vecina de esta dicha Ciudad en la dicha collazión referida, especial o general, segun lo necesite, para que pueda regir gobernar y administrar ttodos mis vienes y hazienda, trattar, contrattar y comerciar con ellos con todo quantto le parezca util a la dicha mi muger, comprando y vendiendo qualesquiera bienes muebles y raices, disponiendo de todos los frutos y renttas de ellos y de otros qualesquiera efectos y mercaderías, haciendo con su razón todos los tratos y contratos con las personas, en los tiempos, cantidades y plazos que le pareciere, y dando y tomando en arrendamiento por los tiempos, precios, condiciones y obligaciones que quisiere qualesquier casas y otras qualesquier fincas y bienes raices, haciendo si lo tuviera por conveniente qualesquier fianza o abono y otorgar sobre todo ello y lo demas expresado las escripturas, papeles y contrattos que lo requieran con ttodos los requisitos y circunstancias y me obligue y se obligue en todo al cumplimiento de quanto en razón de los expresado y sobre todo lo aqui expresado y demás que se le ofrezca pueda dar y ottorgar en mi nombre y representando mi propia persona cualesquiere poder o poderes que ttenga por convenientes con todas las clausulas que se requieran general administración, relevazión y obligazion en forma (...) Fecha la cartta en Sevilla a siette dias del mes de junio de mil settezientos y sesenta años y el ottorgante lo firmó de su nombre en este Rejistro y presenta por testigos de su conocimiento que juraron en forma de derecho ser el contenido y llamarse como se ha nombrado a Juan Anttonio de Garfias, oficial de la pluma y vezino de esta ciudad y a Luisa Antonia de Flores, vecina de ella collazión de Santa María la Maior que presenttes estaban y que se nombraron y siendo testigos del otorgamientto el dicho Juan Antonio de Garfias Pedro de Gazeaga y Francisco del Real vecinos de esta dicha ciudad=


Es curioso que, en una época en que el registro civil no existía, y menos aún normativas sobre el uso y orden de los apellidos, el escribano anota al comienzo Sebastián Miguel de Miranda Varas, y él firma al final Sebastián Miguel de Varas Miranda. La escritura se fecha en 1760, cuando la familia no se encuentra ya radicada en Triana, sino en un lugar muy particular de la otra orilla del río. 

No lejos del convento del Pópulo y cercano a la calle de la Mar, la actual García de Vinuesa, por la que tantas personas transitaron para embarcarse hacia el nuevo mundo, se encontraba el Compás de la Laguna, barrio que había sido antiguamente la mancebía de Sevilla, pero que por esta época se estaba intentando rehabilitar desecando un antiguo brazo del rio que en las crecidas lo anegaba, a lo que debía su nombre. Allí tenemos a la familia de Varas Miranda empadronada entre 1759 y 1779 (4) . Dos décadas en las que, aunque en las mismas contadas calles de la pequeña barriada, figuran en distintos domicilios, lo que nos hace pensar que vivían de alquiler y que María tuvo que usar más de una vez ese poder para tomar en arrendamiento que le había dado su marido. Los vemos viviendo unas veces en una llamada casa de la Ánimas, otras en casa de la Verónica, en la casa de la Soledad, casa del Granado, corral de los ciervos, corral nuevo. Aquel era un barrio además con presencia gitana. Una desgraciada presencia resultado de la prisión general de gitanos de 1749. Allí, en el famoso corral del Agua, fueron recluidas un buen número de castellanas nuevas forasteras, arrancadas de sus familias en aquel intento de exterminio. A las sevillanas, como se sabe, se las llevaron a Málaga. 

En un informe de agosto de 1750 sobre en que lugar establecer un hospicio municipal, el teniente de asistente de la ciudad, don Raimundo de Sobremonte, indica: “No he hallado otro más a propósito que el que llaman Compás de la Laguna, donde hoy existe en custodia las gitanas que no han pedido las justicias de sus respectivos pueblos (...) con la comodidad de estar hechas ya las obras para que estén en clausura”. Y es que el barrio conservaba aún la cerca que separaba a la antigua mancebía del resto de la ciudad (5). Tenía incluso su propia puerta, el arco de Atocha, que no daba a extramuros, sino que miraba hacia el interior, en lo que hoy es el cruce de la calle Jimios con Gamazo y Zaragoza. En la esquina del restaurante Becerra podemos ver aún incrustada en la pared una de sus columnas.


"Mapa del citio, o plan de la Ysleta, del Compaz, y la Laguna, della Ciudad de Sevilla" (1749) Archivo de Simancas.

Aquel pequeño y cerrado enclave, prácticamente un gueto, fue la zona donde María tuvo que sacar a su familia adelante durante las ausencias de su esposo. En alguno de esos padrones de la parroquia del Sagrario, concretamente el de 1775, año en que el fundador está ausente por una larga temporada y María vive junto a su hija y su yerno Juan Monje, figura incluso una anotación junto al domicilio con la palabra "taberna". Es cierto que las mujeres en el antiguo régimen gozaban de pocas libertades, y todavía en el siglo de las luces estaban bajo la protección y tutela o de sus padres o de sus esposos, pero algo estaba cambiando, y especialmente para las gitanas. El hecho de que aquella infamia que se conoce como la Gran Redada las hubiera dejado de la noche a la mañana sin sus hombres, y que las recluyeran con sus hijos menores, debió de suponer una nueva coyuntura que las llevó a tomar a la fuerza las riendas de lo que quedaba de sus familias, y nada debió de ser igual desde entonces. En el caso de María, pasado ya aquel triste episodio, los viajes de Sebastián Miguel fueron un acicate más para ese protagonismo que tuvo en los años fundacionales de la hermandad y que ha hecho que su nombre, aunque no conste como el de su marido en las viejas reglas de la cofradía, sí que aparezca archivado en los oficios de los escribanos públicos que intervenían en el tráfico mercantil (6), y que por supuesto haya quedado escrito con letras de oro en nuestra historia. Esa fue la Pajarita: una gitana empoderada del siglo XVIII. 


1.- Véase en el blog MARÍA LA PAJARITA Y SU CRISTO.

2.- Archivo Parroquia de Santa Ana. Padrones. Caja 149/1. Año 1744. Fol. 27 r. N. 413. 

3.- Archivo Histórico Provincial de Sevilla. Sección Protocolos Notariales. Oficio 24. Signatura 17172. Único 1760. Folios 288 r y vtº. "Poder y licencia Sebastián de Miranda Varas a María Josepha García su mujer"

4.- Archivo de la Parroquia del Sagrario de la Catedral de Sevilla. Libro Sacramental. Padrones nº 33 a 40.

5.- AGUILAR PIÑAL, Francisco, "La Sevilla de Olavide", Sevilla, 1966, pp. 53-55

6.- Poder y licencia Sebastián de Miranda y Varas a María Josepha García su mujer. A.H.P.Se. Sección Protocolos Notariales. Sign. 17172. Fol.288 r y vtº. Año 1760.

Poder para testar Sebastián de Miranda y Varas a su mujer. A.H.P.Se. Sección Protocolos Notariales. Sign. 17172. Fol.289 r y vtº. Año 1760.

Sustitución de poder María Josepha García a procuradores. A.H.P.Se. Sección Protocolos Notariales. Sign. 17172. Fol.416 r y vtº. Año 1760.



martes, 1 de octubre de 2024

EL CARDENAL ILUNDÁIN, LAS SAETAS Y LOS "CAÑÍS PROHIBIDOS"

Mi amigo Manuel Rodríguez Fernández, Manuel "Guiamo", guarda con cariño un viejo recorte de prensa. Procede, según nos parece, de alguna revista o periódico de tirada nacional anterior a la guerra civil, y en él aparece su padre, Pedro Rodríguez García (1), vestido de nazareno en sus años mozos. A su lado, un anónimo saetero, con un flamenco pañuelo de lunares al cuello, canta al paso de nuestra cofradía. 

Digo que debe ser anterior a la guerra porque Perico Rodríguez fue un joven más de aquella generación que, de un día para otro, sin comerlo ni beberlo, se vio envuelta en una terrible contienda fratricida. Volvió de ella como sargento jubilado y con el cuerpo lleno de metralla para el resto de su vida. Parecido fue el caso de Joaquín Serrano Filigrana, hermano mayor en el año de la bendición del Señor, que igualmente regresó herido del frente y tuvieron que darle una pensión, aunque mucho peor le fue al hermano Juan Caballero Heredia, cuyo nombre aparecía en las intenciones de la convocatoria de los cultos cuaresmales de 1939 con un triste "Caído por Dios y por España".




Pero no vamos a escribir hoy sobre la guerra, sino que este entrañable recorte con el saetero cantando a pie de paso nos va a dar la ocasión de tratar un asunto que se dio unos años antes, en 1929, la prohibición de las saetas cantadas por profesionales decretada por el cardenal don Eustaquio Ilundáin.

En enero de aquel año, el de la Exposición Iberoamericana, el cardenal publicó una carta pastoral en la que, además de exhortar a las hermandades a disminuir la presencia de las mujeres tras los pasos, suprimir las paradas injustificadas de las procesiones, o que las cofradías de madrugada estuvieran todas recogidas en su templo a las nueve de la mañana, proponía que no se permitiera la interpretación de saetas por los profesionales del cante, pues en su opinión estaban desvirtuándolas. Es interesantísina la exposición de motivos:

"Desde hace algún, tiempo viene adulterándose en algunos detalles la legítima tradición religiosa y sevillana de algunas procesiones de la Semana Santa, con perjuicio del verdadero espíritu religioso. Esto ocurre, entre otros, en el canto de las llamadas "saetas", por haberse introducido la práctica de cantar "saetas" por cantores de teatros u otros artistas, requeridos al efecto para hacer alardes de voz o de arte, desde los balcones de Casinos o Centros de recreo o desde otros edificios particulares, convirtiendo así la "saeta", que debe ser una plegaria espontánea inspirada por la piedad personal, en un espectáculo que por sus circunstancias resulta impropio de la religiosa gravedad y devoto recogimiento reclamados por la naturaleza de las procesiones de nazarenos penitentes conmemorativas de la pasión y muerte de Nuestro Divino Redentor" (2)

Quizá cabría preguntarnos qué criterio usaría un señor nacido en Pamplona y llegado a Sevilla sólo unos años antes para observar esa adulteración del cante por saetas, que al contrario, por esas fechas, y gracias particularmente a cantaores gitanos, se había engrandecido, y dejando atrás esos monótonos melismas que aún se conservan en algunos pueblos, había tomado de la siguiriya, la toná y los martinetes una mayor prestancia.

El caso es que se convocó a los hermanos mayores de todas las cofradías sevillanas a una reunión en el palacio arzobispal el cuatro de febrero de aquel año, donde se les dio lectura de la carta en presencia del vicario general y el notario eclesiástico. No debieron de salir muy convencidos los señores hermanos mayores, porque al terminar la reunión, muchos marcharon a entrevistarse con el alcalde. Al no encontrarlo, dejaron una carta reclamando una reunión, firmada por los hermanos mayores del Calvario, San Roque, la Macarena, la Estrella, la Soledad de San Buenaventura, la Exaltación, la Quinta Angustia, las Aguas, la Lanzada, la Carretería, el Gran Poder, el Museo, San Isidoro, San Bernardo, Los Panaderos, Santa Cruz, Estudiantes, Cristo de Burgos, Siete Palabras, el Cachorro, Esperanza de Triana, Coronación de Espinas, Cristo del Amor, Santo Entierro, la Trinidad, San Juan de la Palma, la Calzada, el Buen Fin, Pasión, la Cena y San Vicente. ¿Y por qué no firmaría esa carta el hermano mayor de los Gitanos? (3).

Nuestra hermandad siempre tuvo a gala no contratar saeteros. Al Señor de la Salud y a la Virgen de las Angustias no se les cantaba por dinero, sino por devoción. Eso era una norma no escrita que siempre se respetó. Es más, yo creo que sí a alguno de los grandes cantaores y cantaoras gitanos de esas décadas la hermandad les hubiera ofrecido dinero, se habrían sentido hasta ofendidos, como si se estuviera poniendo en duda su gitanería. Nuestra cofradía no tenía de que preocuparse y en ese sentido considerarían que el decreto de Ilundain no les afectaba. ¿Pero que pasó entonces ese año? Lo de estar recogidos antes de las nueve de la mañana, ya os digo que no se cumplió. Entramos a las diez, y la Macarena a las doce, pero ya se sabe que si no andan las de delante, las de atrás no tienen otra opción que tragarse el retraso acumulado. En cuanto a las saetas, lo mejor sería traer unos comentarios que publicó El Liberal en su crónica de la Semana Santa del Sábado Santo:

"Este año han escaseado los cantaores profesionales en los balcones. ¿Por cumplir una orden que se ha entendido mal? No. Porque los «cantaores» han pasado de «vivos» á «divos». Hay profesional que se ha dejado pedir por cantar en un balcón tres mil pesetas por dos días. Los ha habido que querían por la madrugada solamente cinco mil pesetas. «La copia andaluza» los ha vuelto locos. Cantar en un balcón es dejarse la garganta pegada á los hierros; pero, ¡caramba, mil duros son muchas pesetas!" (4).


La cosa quedó pues en agua de borrajas, pero aún así, un año más tarde y haciendo balance de la madrugada del Viernes Santo, el mismo periódico no evitaba hacer el siguiente comentario: 

"En San Román han cantado los «cañís prohibidos»: Manuel Torres, El Gloria, Caracolillo y otros sin cartel.

¡Y han cantado de bien!" (5).


Foto de la entrada de la cofradía alrededor de 1929 tomada por Juan José Serrano.
Archivo Serrano. Fototeca Municipal de Sevilla.



1.- Pedro Rodríguez García figura con el número 17 en el libro-registro de hermanos de 1949, y en el lugar reservado para cargos aparece que es en esas fechas consiliario. Vivía en plena Cava de los Gitanos, en el 112 de Pagés del Corro. 
2.- El Noticiero Sevillano. edición del 6 de marzo de 1929, pág. 8. Contiene la exposición de motivos de la carta pastoral, publicada dias antes en el Boletín Eclesiástico del Arzobispado de Sevilla.
3.- El Correo de Andalucía, edición del 5 de febrero de 1929, pág. 1. Contiene la lista con nombres y apellidos de los hermanos mayores firmantes de aquella carta al alcalde, y no aparece el de nuestra hermandad.
4.- El Liberal, edición del 30 de marzo de 1929, pág. 4.
5.- El Liberal, edición del 19 de marzo de 1930, pág. 5.


domingo, 8 de septiembre de 2024

UNA PORTADA DEL ABC Y UN VIEJO MANTO DE RODRÍGUEZ OJEDA

Comenzamos otro año más un nuevo curso cofrade el día de la Natividad de Nuestra Señora, y queremos dedicarle esta entrada del blog a Ella, a María Santísima de las Angustias Coronada, que esta tarde nos espera a todos en la tradicional función y procesión claustral que ordenan nuestras reglas.

Lo hacemos con un documento que adquirimos en una página de compraventa de artículos de coleccionismo, y que no hace mucho entregamos al archivo de la hermandad, en el que nos constaba que no se conservaba ningún ejemplar. Se trata de un número de la edición sevillana del diario ABC del día 18 de marzo de 1937, en cuya portada aparece una fotografía de la bendición de nuestra Virgen cuatro días antes, el Domingo de Pasión 14 de marzo.




En la última entrada hablábamos de la bendición de la Dolorosa de José Merino Román en 1935, de como fue titular de nuestra hermandad sólo aquel año, y comentábamos, haciendo alusión a esta foto, que aquella corona de dieciseis estrellas que se ve que portaba no pereció en el incendio de San Román. Esta instantánea de Juan José Serrano es la mejor prueba de ello, pero no sólo la corona se salvó, pues también vemos en ella que nuestra Virgen aparece vistiendo el manto de salida de la primitiva titular atribuida a Montes de Oca.

Lo de aquel antiguo manto, cuyo diseño se artibuye al afamado bordador Juan Manuel Rodríguez Ojeda, es una cuestión que ya esbozó Juan Carlos Vázquez Alejo en otra entrada del blog (1). Cuando Antonio Vega de los Reyes firma como mayordomo con D. José Caro Márquez la realización de un nuevo palio, también en 1935, se comprometió a que el importe de la venta tanto del antiguo palio como de este manto fuera en su totalidad para la casa de bordados, descontándose del pago (2). Por las fechas debía de tener bastante antiguedad, pues el estudioso Rafael Rios Delgado sospecha que no es otro que el que Rodríguez Ojeda diseñó para la Virgen del Rosario de la hermandad de la Macarena en 1882, y que bordaron las hermanas Antúnez. Ese manto lo entregó la Macarena a Rodríguez Ojeda en 1914 también como parte del pago de uno nuevo que hizo para la Virgen del Rosario, y Ojeda, posiblemente tras alguna restauración, lo vendió dos años después a nuestra hermandad, que lo siguió utilizando hasta las fechas de la foto que hoy comentamos. Después pasó, ya en 1939, a la hermandad de los Estudiantes de Algeciras, que aún lo conserva en su patrimonio y en un excelente estado.


Manto de Nuestra Señora del Mayor Dolor de la Hermandad de los Estudiantes de Algeciras.

Todo ello nos hace pensar en lo importante que es conocer la historia de la hermandad y de lo que fue su patrimonio. Si a este manto se le hubiera seguido la pista, quizás en los años noventa, cuando Cayetana de Alba se ofreció a donar un nuevo manto de salida para la Virgen, se hubiera podido optar por utilizar de alguna manera el precioso dibujo de Rodríguez Ojeda y tendríamos un segundo manto de categoría. Es más, creo que si en un futuro lejano se remodelara ese manto de la Duquesa, como algunos hermanos plantean en determinados foros, ¿no sería posible retirarle esos excesivos bordados de la guardilla que tan poco gustan y montarle una réplica de los de éste? La verdad es que, confesando que soy un profano en eso del diseño, creo que no desentonarían mucho con la traza del eje central del manto en cuestión, donde va el escudo de la Casa de Alba. Pero bueno, eso es sólo una ocurrencia mía que a alguno hasta puede parecerle un "pastiche". Hoy la Virgen se conforma con que vayamos a verla, y habrá que agradecerle la oportunidad de estar junto a Ella otro ocho de septiembre más. Allí nos veremos.


1.- Véase en el blog la entrada de abril de 2023 "Tres fotografías inéditas de los años veinte"

2.- Del contrato con la casa de bordados existen en el archivo de sus sucesores hasta tres versiones. Este primero, de agosto de 1935, con la firma de Antonio Vega de los Reyes como mayordomo y D. José Caro Márquez como dueño del taller de bordados. La muerte de éste y el estallido de la guerra paralizan el proyecto, y ya en mayo de 1937 se firma nuevo contrato con Manuel Elena Caro, su sobrino, que se había hecho cargo de la dirección. En marzo de 1939, aunque el nuevo palio se había estrenado el año anterior, se cierra un contrato más para que se finalice el fleco de pasamanería que se había acordado, suspendiéndose entre tanto el pago de los plazos.

jueves, 1 de agosto de 2024

DE BENDICIONES, GUARDIAS E INCENDIOS

El diario sevillano El Liberal, en su edición del sábado 6 de abril de 1935, informaba de la celebración de un singular acto en la parroquia de San Román el día anterior. La bendición de una nueva imagen de la Santísima Virgen de las Angustias, obra del escultor malagueño José Merino Román. Dice así:

Un acto solemne en San Román.

Bendición de la Virgen de las Angustias.

Ayer tarde, en la iglesia de San Román, y con asistencia del eminentísimo cardenal-arzobispo, señor Ilundain, tuvo lugar el solemne acto de la bendición de la imagen de María Santísima de las Angustias, obra del inspirado escultor y tallista sevillano José Merino Román.

Recibieron al prelado en la puerta el templo el cura párroco don Antonio de Vargas y una representación de la Hermandad, compuesta por el hermano mayor, don Manuel Vega; el mayordomo, don Antonio Ojeda, y los hermanos don Joaquín Serrano, don José Vega García, don José Bermúdez Vega, don Antonio Filigrana, don Manuel Jiménez y don Francisco Moreno. Las naves del templo se hallaban llenas de fieles.

Durante el acto los niños de la Doctrina Cristiana cantaron en himno Mariano.

La Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de las Angustias, al encargar la escultura de la Virgen al señor Merino supo lo que hacía, pues como ocurrió con el magnífico Cristo que se ostenta en la parroquia de San Pedro, de dicho experto artista, la obra resulta insuperable. Magnífica la expresión, el sentimiento de dolor plasmado en el bello rostro de la efigie.

Cuantas personas asistieron ayer al acto coincidieron en tributar calurosos elogios á la obra del señor Merino.

El cardenal, señor Ilundain, así se lo hizo presente en palabras muy laudatorias.

Seguramente que durante el triduo que celebrará la Hermandad los días 10, 11 y 12 del corriente en dicho templo, serán muchas las personas que desfilarán por él para contemplar la nueva imagen que viene á aumentar el rico tesoro de la imaginería sevillana.

Se trata de la que probablemente sea una de las decisiones más extrañas de la hermandad a lo largo de su historia. La sustitución de la antigua dolorosa, atribuida a Montes de Oca, y que había acompañado a la corporación desde su misma fundación, por una imagen de nueva factura, y que ni siquiera fue hecha ex profeso para nuestra cofradía, pues el artículo silencia que esta imagen de José Merino Román fue una de las cuatro que concursaron en 1932 para sustituir a la Hiniesta, perdida en el incendio alevoso de San Julián de aquel año, y que a la postre no convenció, eligiéndose la que talló Castillo Lastrucci. Se habla por otra parte de un Cristo realizado por el mismo José Merino para la parroquia de San Pedro, que es el crucificado que hoy se venera en el presbiterio de la de Santa María de las Flores y San Eugenio.

Aquella sustitución, como sabemos, fue efímera. La Virgen de Merino sólo procesionó aquel año de 1935, y ya al siguiente, descontentos los hermanos con este cambio, se volvió a dar culto a la antigua titular, que lamentablemente se perdería en aquel luctuoso julio de 1936. Después vendría la Virgen de las Angustias de Fernández-Andes, y la dolorosa de Merino llegaría a Málaga ya en 1938, pasando a ser la Soledad de la hermandad del Santo Sepulcro. 

Se ha llegado a especular si este sorprendente cambio de imagen no fue sino un intento de los hermanos de la época de quitar temporalmente de en medio a la dolorosa de Montes de Oca, para evitar el peligro de lo que finalmente pasó un año más tarde, y bueno, lo cierto es que el incendio de San Román no tomó a la hermandad totalmente desprevenida. En primer lugar porque dos antes de estas fechas ya hubo un conato frustrado. El diario nacional El Sol, en su edición del 12 de diciembre de 1933 informa así

Incendio sofocado Dos individuos, como de diez y seis años, vestidos con gabardinas, arrojaron dos botes con gasolina a la puerta de la iglesia de San Román, donde está la Cofradía de los Gitanos, echando sobre el liquido una cerilla. Las llamas prendieron; pero rápidamente fueron sofocadas por los vecinos.

No, aquellos cofrades no estaban ajenos a lo que se estaba viviendo en el país, y de hecho se montaron guardias, y en la torre de la vieja parroquia pasaron más de una noche retenes de hermanos en los momentos de más peligro. En febrero de 1936, en las elecciones en las que triunfó el Frente Popular, se esperaban grandes altercados, y hubo guardias en San Román, aunque una riada del Guadalquivir impidió que en nuestra ciudad hubiera muchas "celebraciones revolucionarias" de este tipo. En julio de 1936 parecía que el riesgo había pasado, y sucedió sin embargo la tragedia al estallar la guerra civil.

Pero volviendo al artículo del Liberal del que tratábamos, lo ilustraban dos fotos, creemos que de Sánchez del Pando. Una de un grupo de hermanos posando junto a la Virgen en aquel acto de la bendición, y otra con un primer plano de la dolorosa, ataviada con el ajuar de nuestra antigua titular. La primera es bastante conocida, y de hecho una ampliación decoraba las paredes del Círculo Mercantil cuando se hizo la exposición dedicada a nuestra hermandad "Puntadas de la Memoria" en 2017, pero no nos resistimos a comentarla.



Esta foto de grupo a los pies de la Virgen es seguramente lo más parecido a una instantánea de las "guardias" de las que antes hemos hablado. Admitimos la dificultad de ponerle nombre a todos los hermanos que aparecen. Sí reconocemos a Joaquín Serrano Filigrana, bajo el brazo izquierdo de la Virgen, con un traje gris con rayas. Joaquín, unos años después, por las fechas de la bendición del actual Señor de la Salud, sería hermano mayor. Inmediatamente detrás aparece su cuñado, Antonio Vega de los Reyes, hermano del malogrado torero Francisco Vega de los Reyes, "Gitanillo de Triana". Hay constancia documental que en agosto de este año de 1935 Antonio es el mayordomo firmante de un contrato con José Caro Márquez para la realización de un nuevo palio, el que al final se estrenaría en 1938. El artículo habla de un tal Antonio Ojeda como mayordomo, pero creemos que, o bien se trata de un error tipográfico, o bien Antonio "Gitanillo" ocupó el cargo ya pasada la Semana Santa. Fuese uno o fuese otro, desde luego que la mayordomía de aquel año se lució, pues no sólo se estrenó esta Dolorosa, también el nuevo paso para el Señor realizado por José Sanjuán, los candelabros, la candelería y cuatro insignias.


Nota de El Liberal en su edición del 18 de abril de 1935, pág. 7.


Pero siguiendo con los hermanos que aparecen en la fotografía, también sabemos quien es el chiquillo que figura en primer plano, gracias a la ayuda de Fernando Paguillo Vega, y se trata del hijo de Antonio Vega de los Reyes y de Amalia Serrano Filigrana, hermana del mencionado Joaquín: Curro Vega Serrano. Curro era el sobrino favorito de Francisco Vega de los Reyes, "Gitanillo de Triana", que le dejó en su testamento un legado para que estudiase una carrera universitaria. Currito quiso sin embargo ser torero como su difunto tío, y aunque vistió de luces como novillero, no tuvo suerte y no tomó la alternativa. Eso sí, vivió toda su vida en ese mundillo, porque llegó a ser el mozo de espada y hombre de confianza del gran torero Antonio Ordóñez. No hemos conseguido identificar a nadie más. Se menciona por ejemplo a José Bermúdez Vega, "El Culata", que por ahí andaría, antes de iniciar en Madrid su brillante carrera de cantaor, aunque yo no consigo reconocerlo, porque las fotos que conozco de él son ya de mayor. También se nombra a Antonio Filigrana, José Vega García, Manuel Jiménez, Francisco Moreno... quizás algunos de sus descendientes consigan identificarlos, y nos lo aclaren en un comentario en el blog, cosa que agradeceríamos.




En cuanto a la foto en primer plano de la Virgen, se ve que viste la saya bordada atribuida a Juan Manuel Rodríguez Ojeda y que estrenó nuestra antigua titular a finales del siglo XIX, aunque se observa que por las fechas se había pasado ya a un tisú blanco, como estuvo hasta que se restauró en 1984 reintegrándola a un terciopelo granate similar al original. Luce un fajín de seda semejante a los que gustan a las priostías de los últimos años, y la toca de hojilla efectivamente nos recuerda a la que se ha estrenado esta pasada Semana Santa, donada por el grupo de hermanas "Mujeres de la Virgen", intentando recrearla. El manto me dice Juan Carlos que parece ser el mismo que viste en la foto del besamanos del antiguo Señor de la Salud, con la Virgen al fondo en el camarín de San Román. En cuanto a la corona, yo diría que no es la misma que luce la antigua Dolorosa de Montes de Oca en sus fotos más conocidas, que tenía sólo diez estrellas, mientras que esta tiene dieciséis, pero sí es con la que figura nuestra actual Virgen en la portada de ABC que informaba de su bendición en 1937, y con la que aparece procesionando igualmente ese mismo año por la calle Granada ¿Qué pasó con ésta? ¿Era de la hermandad o se pedía prestada como tantas cosas? Porque arder con la parroquia de San Román se ve que no ardió. En fin, misterios de las bendiciones, guardias e incendios.

lunes, 1 de julio de 2024

UNA JUNTA Y SUS DIPUTADOS EN 1902

No era muy usual en los albores del siglo XX que la prensa, al escribir de cofradías, se detuviera a detallar los nombres de los integrantes de sus mesas de gobierno. Si aparecía alguno era el del hermano mayor. o todo lo más el mayordomo, pero el diario El Liberal, en su edición de 25 de marzo de 1902, tratando de nuestra hermandad y tras hacer un esbozo de su historia, sí que nos ofrece no sólo los nombres de la junta, sino también el de los de los diputados que iban a llevar el orden de la cofradía en la calle. Es verdad que sólo mencionan los primeros apellidos, cosa que hemos intentado solventar recurriendo a los padrones municipales de la época. Dice así:


El Liberal, 25 de marzo de 1902.


La hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Salud no llevará a cabo el presente año ninguna reforma importante, estrenando solamente los respiraderos de uno de los pasos.

Los cargos de la cofradía los ocupan los individuos siguientes:

Hermano mayor, don Juan José Nisto.

Segundo hermano mayor, don Joaquín Serrano.

Mayordomo, don Nicolás Moreno.

Primer secretario, don Juan Vega; segundo secretario don Joaquin Serrano.

Teniente hermano mayor, don Manuel García.

Primer Consiliario, don Manuel Vega; segundo, don José Lérida; tercero, don Manuel Rodríguez.

Diputados de insignias: don Nicolás Moreno, don Rufino Moreno, don Manuel Ortiz, don Gabriel Vargas, don Mateo Filigrana, don José Serrano, don Manuel Ortega, don Arturo Pavón, y don Antonio Moreno.

Diputados de Gobierno: don Rafael Vega, don Manuel Ortiz, don Manuel Garcia, don Marcelo Vargas, don Pedro Niño y don Rodrigo Vargas.

La hermandad de que nos hemos ocupado hará su acostumbrada estación sin alterar en nada el itinerario de años anteriores, según hemos dicho, saliendo de su templo á las dos de la madrugada.

Nos llama la atención el error tipográfico con el hermano mayor. No había ningún apellido "Nisto" en la hermandad, y yo me atrevería a decir que ni en Sevilla, y se trata con toda seguridad de Juan José Niño López, aquel experto en el romancero gitano del que ya hablamos en estas páginas (1). Por otra parte, es también curioso que se distinga entre segundo hermano mayor, don Joaquín Serrano de la Rosa, y el teniente hermano mayor, don Manuel García Vargas, cargos que a nosotros pudieran parecernos el mismo. Este Joaquín Serrano de la Rosa fue abuelo de Joaquín Serrano Filigrana, hermano mayor en la época de la bendición de la actual imagen de Nuestro Padre Jesús de la Salud, y por tanto bisabuelo del tio Quini.

Como mayordomo otro hermano destacadísimo, Nicolas Moreno Camacho, que sólo una década antes había conseguido como hermano mayor efectuar la primera salida procesional desde San Román, después de medio siglo sin poder realizarla. En estas fechas contaba sesenta años, y vivía en el 154 de Pagés del Corro. Sus hijos, Nicolás y Antonio Moreno Vega, los célebres "Nicolases", figuran encabezando y finalizando el grupo de diputados de insignias, con treinta y veinticinco años respectivamente.

Del secretario, Juan Vega Moreno, barbero de la calle Pureza, os ofrecimos incluso una entrevista que le hizo ya anciano el Correo de Andalucía en 1928, en la que se comentaba el mucho tiempo que llevaba en el cargo (2)


La calle Pureza a principios del siglo XX.

El primer consiliario creemos que es Manuel Vega Romero, padre de los Gitanillos de Triana, el segundo José Lérida Bermúdez, tio de mi querido Joselito Lérida y Vargas, que fuera mayordomo en los años cincuenta, y de tercero aparece Manuel Rodríguez, ¿Se trataría del famoso seguiriyero Manuel Rodríguez García, "Cagancho"? No murió hasta 1913, así que pudiera ser, aunque el hombre ya estaría muy mayor para meterse en juntas, y yo me inclinaría por otro Manuel de la extensa familia gitana de los Rodríguez: Manuel Rodríguez García, abuelo de Pedro Rodríguez, consiliario en los años cuarenta, y por tanto bisabuelo de mi amigo Manuel Rodríguez Fernández, "Manuel Guiamo", el último baluarte de la gitanería trianera. 

Pero siguiendo con aquel viejo recorte de prensa, desde luego que entre los diputados sí que aparece con toda seguridad otro cantaor. Un joven Arturo Pavón Cruz, hermano de la Niña de los Peines y padre del afamado pianista flamenco Arturo Pavón Sánchez. Cuentan de Arturo el viejo que fue un niño prodigio, y que de él aprendieron sus hermanos Pastora y Tomás (3). No ha habido muchos gitanos con ese nombre, aunque en realidad no era el suyo, sino un apodo que le puso su padre, pues se llamaba José Ángel. Nacido en el Arahal en 1882, se viene a Sevilla con su familia con sólo siete años, a la Puerta Osario, residiendo en Leoncillos. Su padre, el "Paíti", trabajó en la fragua de los Lérida de la calle Sol. En Butrón, en casa de su tía, nació su hermana Pastora, y también residieron en la calle Valle, así que, desde muy pequeño tuvo que vivir muy de cerca la ilusionante revitalización de aquella hermandad formada por la gente de su etnia, a partir de aquella primera salida procesional desde San Román en 1891. De su hermana, la Niña de los Peines, sí que se conserva en el archivo de la cofradía su hojilla de inscripción, aunque en época muy posterior, y es conocido que la Santísima Virgen posee en su ajuar un fajín hebraico confeccionado con un pañuelo que ella le regaló. De su hijo Arturo, también conocíamos que perteneció a alguna de las gestoras de los años cincuenta, pero no era muy conocida esta temprana vinculación con la hermandad del primogénito de la flamenca casa de los Pavón.


El cantaor Arturo Pavón Cruz (Archivo de Manuel Bohorquez).

Volviendo a la lista, entre los diputados de insignias hay un José Serrano, que suponemos no puede ser otro que José Serrano Filigrana, el abuelo de José Serrano Moreno, "José de la Ana", consiliario en la junta de Pepe Manzano Camacho en los años ochenta del pasado siglo. Este José Serrano vivía en aquellas fechas en el 110 de la cava, y contaba con 22 años, y es por tanto el bisabuelo de nuestros actuales hermanos Alejandro, José y Manuel Moreno García, que a día de hoy son, a mi juicio, quienes más y mejor defienden que la hermandad conserve su sello y su idiosincracia, y a los que me siento orgulloso de contar entre mis amigos. 

Más complicado es identificar al Manuel Ortega que aparece, que bien pudiera ser un Manuel Ortega Vargas, herrero de la cava, o tal vez un Manuel Ortega Navarro que vivía en Peñuelas. Dificil es que fuese el gaditano Manuel Ortega Fernández, "Caracol el del Bulto", mozo de espadas de los Gallos y padre de "Manolo Caracol". Desconocemos si Caracol el del Bulto -que por las fechas andaría alrededor de los veinte años- vivía ya en Sevilla, pero la verdad es que no se le conoció nunca vinculación con la hermandad. La misma edad, la veintena, tenía apróximadamente Rodrigo Vargas Camacho, de la calle Verónica. Un poco más veterano era Pedro Niño Moreno, de la calle Artemisa, sobrino del hermano mayor, y el más joven de todos era Mateo Filigrana Vargas, también de la cava, que entonces contaría con unos diecinueve años, a cuyo nieto, el recordado Mateito Filigrana García, muchos conocimos como miembro de la junta que coronó canónicamente a María Santísima de las Angustias.

Completan la lista Gabriel Vargas Rios, carmonés de nacimiento pero residente en la calle Butrón, Rufino Moreno Camacho, igualmente de Pagés del Corro, Rafael Vega Moreno, de la calle Puerto, Manuel Ortíz Romero, de la calle Pelay Correa, y Marcelo Vargas.

Una hermandad, como vemos, en la que ya estaban los apellidos de las familias que han hecho historia en ella, en la que convivían gitanos de Triana y de la Puerta Osario, mayores y jóvenes. Una hermandad, cómo escribió una vez Joselito Lérida, "de raza y sangre".


1.- Véase en el blog la entrada "Un mayordomo de romancero", de abril de 2019.

2.- Véase en el blog la entrada "Una reunión en la calle Castilla", de enero de 2018.

3.- BOHORQUEZ CASADO, Manuel. "La Niña de los Peines en la Casa de los Pavón". Signatura ediciones, Sevilla, 2000.


sábado, 1 de junio de 2024

LA FAMILIA DE VARAS MIRANDA EN TRIANA

Anteriormente dimos unos primeros retazos sobre la vida de Sebastián Miguel de Varas y Miranda. Hoy seguiremos profundizando con algunos datos más. El archivo de Santa Ana ofrece gran información sobre ello, como muestra la defunción y entierro de uno de sus hijos en la Real Parroquia. Se trata de Pedro Juan Cosme Damián, cuya partida de bautismo fue traída y transcrita por el historiador Juan de Dios Ruiz Sambruno para el anuario de 20141. Pues bien, hemos localizado la inscripción de su defunción en los libros de funerales, y momento es de agradecer la ayuda y colaboración de Amparo Rodríguez Babío, historiadora y archivera de la Real Parroquia de Santa Ana. El documento dice así:

Pedro Juan Cosme Damián, párvulos

En siete de Agosto de mil setecientos cuarenta y dos se enterró en esta Iglesia Parroquial de Señora Santa Ana de Triana el cuerpo difunto de Pedro Juan Cosme Damian, párvulo, hijo de Miguel de Miranda Y de María Josepha García, todos castellanos nuevos. Vivían en la Alcantarilla de los Ciegos. Fue su entierro de treinta reales de vellón Tuvo la fábrica dos reales y medio, como Colector lo firmé ut supra.

firma ilegible.


Archivo Parroquia Santa Ana. Libro de Funerales 8 (1739-1747). Año 1742. Folio 167 vtº.


Este segundo hijo de Sebastián Miguel de Varas Miranda y María la Pajarita contaba sólo con un mes de vida cuando sucedió su óbito. Se consideraban párvulos los niños que no habían hecho la primera comunión, que entonces se hacía con siete años. Aquella fue una época en la que mortalidad infantil era abrumadora. Dos años más tarde tuvieron otro hijo al que llamaron prácticamente igual: Pedro Cosme de los Santos2.

Pero lo que más nos llamó la atención del documento es como refleja el domicilio que ocupaba en esos años la familia del fundador, en la Alcantarilla de los Ciegos. La cava trianera, la depresión en el terreno que provenía del antiguo foso del castillo de San Jorge, rodeaba todo el arrabal, y era salvada por unos pequeños puentecillos de origen árabe que recibían el nombre de alcantarillas. Cuentan que hubo hasta tres3. Uno en dirección al convento de los Remedios, otro a la altura de la cruz de San Jacinto, y el tercero, el que nos ocupa, en el camino hacia la Cartuja, cerca de la actual Chapina y de lo que se conocía como la Enramadilla. Se dice que se le llamó de los ciegos porque allí se apostaban invidentes para solicitarle limosnas a los frailes que iban o venían del monasterio y demás viandantes que por él pasaban. En las fechas de las que hablamos, éste era el único superviviente de los tres, y el nombre se había extendido a las casas que tenía a su alrededor.



Fragmento de un grabado de Alardo de Popma en el que aparece representada la Alcantarilla de los Ciegos


Hay que recurrir a los padrones de feligreses que se conservan en el archivo parroquial para concretar más exactamente donde vivían nuestro fundador y su familia. En el de 1741 se nos dice que residían en la calle del Estudiante4, donde vivía en el mismo número general con el núcleo familiar de su mujer, incluido su suegro, Juan García "Pajarito" (Se ve que el sobrenombre de María era un apodo de la familia que incluso se recoge en el padrón al mencionar a su padre). En otros se nos indica menos precisamente que la casa estaba "a la vuelta de la calle del Rosario"5, que es el nombre que recibía entonces el último tramo de la calle Castilla, por lo que podemos deducir que sería aproximadamente por la actual calle Magallanes. En el padrón de 1743, del que adjuntamos una foto, vemos a nuestro fundador inscrito como Miguel de Miranda, junto a su mujer, María García, y sólo unas casas más abajo, ya en la misma Enramadilla de Triana, nos aparecen nada más y nada menos que Gerónimo de Campos y su familia, otro prohombre de la hermandad que fue crucial en los años fundacionales. En las casas de alrededor, vemos apellidos igualmente gitanos: Camacho, De los Santos, Jiménez, Vargas, Fernández. En 1749 lo encontramos en la calle del Rosario, concretamente al final de la misma indicando que es "sigue la calle del Rosario", residiendo en el Corral de la Valentona6 donde comparte el mismo número general con los apellidos mencionados anteriormente.


Archivo Parroquia de Santa Ana. Padrones. Caja 149/1. Año 1743. Folio 25.

Quizás pueda parecer extraño encontrar a los gitanos en esta zona norte de Triana, cuando en los siglos XIX y XX estaban concentrados en la zona sur, por la Cava Nueva, Evangelista, Rodrigo de Triana, Diana, etc., pero es que esto no fue siempre así. En el Libro de la Gitanería de Triana de los años de 1740 a 1750 que escribió el Bachiller Revoltoso para que no se imprimiera7, se nos dice hablando en general de los gitanos trianeros: 

"Tienen sus moradas en unas chozas detrás de la Huerta de la Cartuja y otros en las Casas de Landín, en número de cuatrocientos o más hombres, mujeres y niños”.

Las Casas de Landín nadie ha logrado identificarlas plenamente, aunque el librero Antonio Castro Carrasco las supone en la Cava, y es cierto que algunas anotaciones en los libros de Santa Ana se mencionan como domicilios "los sumideros". En cuanto a los gitanos de la Cartuja, el mismo "Bachiller Revoltoso", hablando de la Gran Redada, el exterminio de los gitanos que planeó el marqués de la Ensenada siete años más tarde de la defunción del pequeño Pedro Juan Cosme, nos dice:

"Año 1749. Por una Orden del Rey, los soldados prenden a todos los gitanos de Sevilla y muchos de Triana, los que vivían en las Chozas de la Cartuja pudieron escapar dejando todos sus bienes abandonados. Dos gitanos fueron muertos por los soldados cuando se iban de sus chozas montados en caballerías y uno resultó herido en la pierna y le cogieron preso. Parece que no dejaron refugiarse en Sagrado y esto hizo que la captura de ellos se hiciera fácil y pronta".

¿Sería Sebastián Miguel de Varas uno de los que escapó de aquella manera? ¿Tuvo por el hecho de pertenecer a la armada real algún salvoconducto o alguna provisión que le librara de la persecución? ¿Ocurrió mientras estaba en alguno de sus viajes a América? En cualquier caso, resulta especialmente dolorosa la mención que el colector de la Real Parroquia hace en el entierro de la criatura señalándolos: "todos castellanos nuevos". No es de extrañar que Sebastián Miguel se esforzara después en que se borraran estos apelativos de sus registros. Pero ese es un asunto que trataremos en otra ocasión.

 


1.- RUIZ SAMBRUNO, Juan de Dios. "Ildefonso Falcones, "La Reina descalza" y nuestra Hermandad". Hermandad Sacramental de los Gitanos - Cuaresma 2014. Sevilla. pp. 64-68.

2.- Archivo Parroquia de Santa Ana. Libro de Bautismos 50 (1742-1749). Año 1744. Fol. 163. En esta partida de bautismo es de especial interés que, además de las palabras "castellanos nuevos", también se tachó con posterioridad el apellido "Baras" y fue sustituido por Miranda, "que es el apellido legítimo".  Los padrinos de este hijo fueron igualmente Cosme Damián y Ana de la Rosa, de San Bernardo.

3.- MARTÍN VERA. Manuel Ángel. "Sevilla Fortificada: Las desaparecidas defensas medievales de Triana". Actas I encuentro interdisciplinar sobre la historia de Triana. Asociación memorial Tercio de infantería de Triana. Sevilla, 2018.

4.- A.P.S.A. Padrones. Caja 149/1. Año 1741. Fol. 23. El mencionado núcleo familiar estaba compuesto de Juan García Pajarito, Luisa Antonia su mujer, Isidro García (ausente) del que en alguna otra ocasión hablaremos más, Gerónimo García, Manuel García, Juan García hijo, Bernarda Ramírez, viuda, y finalmente a los dos protagonistas Miguel de Miranda y María García, su mujer.

5.- A.P.S.A. Padrones. Caja 149/1. Año 1743. Fol. 25.

6.- A.P.S.A. Padrones. Caja 149/1. Año 1749. Fol.25. Los nombres que residían en el Corral de la Valentona con el mismo número general, el 416, eran: Diego Camacho, Juana de Gracia su mujer, Juana Camacho, Isidro Bernardo Camacho, Juan Camacho hijo, Luis Ximénez, Juana de los Santos su mujer, Bernarda Josepha viuda, María Josefa García, Alonso García hijo, Miguel de Miranda, María García su mujer, Juan García Pajarito, Luisa Antonia su mujer, Juan García, Manuel García hijo, Juan Andrés Borrego, Francisca Antonia Camacho su mujer.

7.- Manuscrito anónimo del siglo XVIII encontrado por nuestro hermano de honor Benigno González García, y que fue publicado por el Ayuntamiento de Sevilla en 1995 con edición y prólogo del librero Antonio Castro Carrasco.

miércoles, 1 de mayo de 2024

EL MODELO DE LA CAVA

En el archivo de nuestra secretaría se conserva la vieja hojilla de inscripción de Manuel de los Reyes García, domiciliado en plena Cava de los Gitanos, en el número 120 de la calle Pagés del Corro. También figura en el libro-registro de hermanos de 1949, inscrito con el número 29 de la lista gitana. Pudiera pensarse que se trata de un hermano más, uno de tantos que han engrosado las filas de nuestra corporación, pero esa hojilla guarda una historia muy particular que hoy queremos contaros.

Manuel de los Reyes, era hijo y nieto de herreros. Su abuelo, Manuel de los Reyes Heredia, tuvo su fragua en el muro de San Antonio, junto a la Puerta de San Juan. Su padre Ramón, primero en la calle Diana (hoy Rosario Vega), a la vera del Monte Pirolo, y después en la misma Cava. Se da la circunstancia de que la hermana de Ramón, la tía Carmen de Manuel, era la madre de los "Gitanillos de Triana", así que Manuel era primo hermano de los famosos toreros. Él sin embargo habría dedicado toda su vida con gusto a hacer alcayatas, si no hubiera sido porque el pintor costumbrista José Rico Cejudo, paseando un día de 1925 por la Cava, se encontró al muchacho en la puerta de su casa y le ofreció que posara para él. Le daba tres pesetas, lo que no era mucho, pero le servían como un dinero extra para sus gastos, así que aceptó, siempre que ello no significara dejar el trabajo que heredaba de su padre. Eso de que los artistas escogieran como modelos a gitanos y gitanas no era infrecuente. Ya os contamos por aquí como el escultor Joaquín Bilbao acudió a otro hermano de nuestra corporación, Antonio Leira Heredia "Pichili", para que posara para la estatua ecuestre de San Fernando que preside la Plaza Nueva (1)


"Mozos". Óleo del pintor José Rico Cejudo (1864-1939).

Manuel de los Reyes acabó posando para escultores como Antonio Illanes Rodríguez o José Delgado Brackenbury. Illanes lo utilizó para ser modelo de sus tres primeros crucificados: un Cristo de la Expiración que hizo para Morón, y después para el de la sevillana hermandad de la Lanzada y otro para la de las Aguas destruido en la guerra. Brackenbury para el Sagrado Corazón en piedra que preside el frontispicio de la parroquia de la Concepción del barrio de Nervión. 

El mismo Illanes, en su libro autobiográfico "Del Viejo Estudio", escribiría la siguiente anécdota:

"El estudio se llovía por todas partes, por ser techumbre de tablas cartones y latas. Tallé un Cristo para una hermandad. El modelo de que me serví era un gitano alcayatero de La Cava (Manuel de los Reyes), que canturreaba con voz quebrada, de fragua, cuando estaba posando. (...) Ante mí, desnudo sostenía con una mano un paraguas para cubrirse de la lluvia que le caía" (2).

El trabajo de Manuel de los Reyes no pasó desapercibido para el periodista sevillano Francisco Coves Araisa, que vivía en el trianero y recién estrenado Barrio León. Lo entrevistó y le dedicó todo un artículo en el semanario ilustrado de tirada nacional "La Estampa", en diciembre de 1930. El título del reportaje lo dice todo: "El gitano que sirve de modelo para hacer imágenes de crucificados". Podéis leerlo completo en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional (3)


Artículo de la revista "Estampa" publicado el 13 de diciembre de 1930.

El caso es que eso de salir en los "papeles" debió de hacer popular a nuestro protagonista, tanto en Triana como en el seno de nuestra corporación nazarena, así que no es de extrañar que, en aquellos tiempos en que la elección de los cargos de gobierno de la misma se celebraba por aclamación a la entrada de la cofradía, el mismo Viernes Santo, Manuel fuera elegido miembro de junta. La ausencia de actas y documentación de esa época, por el incendio de San Román, el hecho de que los cargos tuvieran una duración más corta, y sobre todo la falta de escritos al ayuntamiento solicitando la subvención de esos años, nos impiden asegurarlo fehacientemente, pero lo que sí que es cierto es que el Correo de Andalucía lo menciona como uno de los cofrades asistentes, en representación de la hermandad de los Gitanos, a un banquete ofrecido en abril de 1934 a los señores Antonio de la Peña López y José Salvador Gallardo, presidentes respectivamente del Círculo Mercantil y del Ateneo, por su labor para que las cofradías pudieran procesionar ese año, en plena república, organizando al comercio local para que sufragara los gastos de la salida que el consistorio no podía aportar. A este agasajo concurrieron los hermanos mayores de las trece cofradías que habían procesionado aquella Semana Santa: los señores Aguilar, de la Macarena; Novoa, de la Exaltación; Olivares, de la Esperanza de Triana; Marchena, de las Siete Palabras; Gautier, de la Lanzada; Cortés, de la Trinidad; Morán, de San Benito; Muñoz Ubago, de la Cena; Vizcaino, de la Estrella; Serra Pickman, de Santa Marina; Vadillo, del Buen Fín; Tassara del Prendimiento y por la nuestra acudió el citado Manuel de los Reyes García (4)

Así que -fuera o no fuera hermano mayor- esta es la curiosa historia del Manuel de los Reyes de la hermandad, que nada tiene que ver por supuesto con el "Manolito Reyes" del granaíno Sacromonte, personaje de la copla que compusieran León y Quiroga y cantaron la Niña de los Peines o Vallejo en esos mismos años, aunque eso sí, ambos trabajaban felices en su vieja fragua.


1.- Véase en el blog  "La Corona de Espinas de Joaquín Bilbao".
2.- PARRA MEDINA, Sergio Jesús "De la Clemencia y la Sed en la obra de Antonio Illanes". Web La Hornacina. 2 de diciembre de 2020.
3.- COVES ARAISA, Francisco. "El gitano que sirve de modelo para hacer imágenes de crucificados". Revista gráfica Estampa. Núm. 153. Edición de 13 de diciembre de 1930. Página 9. Hemeroteca de la Biblioteca Nacional.
4.- Boletín de las Cofradías de Sevills nº 91, Abril de 1967. Pág. 10.