Quiero traer a estas páginas la evocación de un hermano que hace mucho que nos dejó, casi medio siglo, pero que, a pesar de su paso fugaz por la vida, dejó una profunda huella de cariñoso recuerdo en todos los que le trataron. Nuestra corporación siempre fue pródiga en esta clase de cofrades, humildes y sencillos, pero con un corazón que no les cabía en el pecho, y uno de ellos fue Manuel Bermúdez Vargas, "Manolito Bermúdez" para los que le conocieron.
Manuel nació en el número 73 de la calle Sol, en el seno de una familia gitana de la Puerta Osario con honda tradición en la hermandad. Su abuelo, José Bermúdez Reyes, herrero de la calle Conde Negro, fue mayordomo y uno de los firmantes de la solicitud para que la cofradía realizara su primera salida procesional desde la parroquia de San Román en 1891. Los hijos de aquel hombre de fragua, Santos y Juan José, formaron parte de la gestora que tomó las riendas de la Hermandad en 1942 y aparecen en el libro de 1949, ya afincados en la calle Sol, con los números uno y dos de la nómina. Para el joven Manolito, con esta herencia a sus espaldas, la hermandad era algo fundamental en la vida, algo para vivir los 365 dias del año. Cuentan que no faltaba a unos cultos, ni a las tertulias en "El Uno de San Román", en el "Remesal", o en "La Playa" de la calle Enladrillada, en aquellos tiempos en que no teníamos casa de hermandad y había que reunirse en tabernas o en casas particulares, pero en los que la convivencia entre hermanos era mucho más intensa. No llegó a ser miembro de junta, por su juventud y temprano fallecimiento, pero estaba en todas aquellos encuentros en las que se hacían números para ver como se conseguían las pesetas para hacer un manto para la Virgen, unos faldones para el paso del Señor, o un nuevo enser que mejorara el entonces pobre patrimonio de la hermandad.
María Stma. de las Angustias en Diciembre de 1962, vestida con el manto verde de camarín que le donó un grupo de hermanos, entre ellos Manuel Bermúdez Vargas. |
Supongo que sería en una de aquellas tertulias cuando Manuel escribió de su puño y letra aquellos versos en forma de saetas y se los regaló a mi padre con una cariñosa dedicatoria. Lo mismo fue para que mi padre, tan aficionado, las cantara en alguna ocasión. La prematura y repentina muerte de Bermúdez en 1970, en la flor de la vida, que conmocionó a aquella hermandad tan familiar, hizo quizás que su destinatario le diera aún más valor a aquellos sencillos poemas que le había regalado aquel malogrado hermano y amigo, y que los guardara entre sus muchos papeles como oro en paño. No tendrán probablemente un gran valor literario o histórico, pero para él tenían el significado de la amistad sincera, y eran además ejemplo de una devoción incondicional a Nuestro Padre Jesús de la Salud y a su bendita madre María Santísima de las Angustias. Aqui os dejo esas saetas de Manuel Bermúdez Vargas, al que el Señor seguro que tendrá en su gloria, en esa eterna y feliz madrugada que nos prometió.
Angustias que pobre es tu manto
Tú que vienes llorosa
Pa mí que te quiero tanto
siendo Tú la más hermosa
que sale en el viernes santo
Por excelencia y Generala
de los Gitanos eres flor
eres Reina y Soberana
eres la Madre de Dios
Estrella de la mañana
Toito er mundo ha confesao
que tú eres la más bonita
la del color bronceao
Gitana pura y bendita
por to tus cuatro costao
Bajo palio transparente
vas luciendo tu hermosura
mecedla, por Dios, mecedla
que esa Gitana es tan pura
que me da emoción el verla
Mare mía de las Angustias
¿Quién es tu hermano mayor
que te saca tan bonita
que te saca tan bonita
y reluces como el Sol?
Angustias y doble Angustias
llevas en tu cara porque eres
la madrecita de mi Dios
la Gitanita más guapa
del tronco de Faraón.
Que no se roce un varal
que no se mueva una flor
Esa es la Madre de Dios
Ten cuidao capataz
la Reina de San Román
Aprieta el paso María
si a tu hijo quieres ver
tres horas quedan pal día
y no llega al amanecer
Madre mía de las Angustias
extiende tu mano santa
y échale la bendición
a to aquel que sea gitano
y tenga en ti devoción
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