El mismo día que encontré la entrevista a aquella Junta de Gobierno de 1928 en la hemeroteca del Correo de Andalucía, di también con esta columna dedicada al antiguo Nuestro Padre Jesús de la Salud, desaparecido en julio de 1936.
Es un artículo publicado en la página cinco del Correo de Andalucía el 8 de abril de 1925, Miércoles Santo, en vísperas de nuestra jornada. Aquella hermandad de hace noventa y tres años era muy pobre y de ella sabemos algunas cosas. Por un escrito al Ayuntamiento de Sevilla se conoce que José Bocio Jiménez -más conocido como Pepe Bocio- era Teniente Hermano Mayor y que se recibía una subvención de 1545,56 pesetas (1). Y como no, tenemos testimonio que fue el año de varios estrenos de importancia: la túnica de tisú color hueso bordada por las hijas de Farfán Ramos, la corona de espinas de Joaquín Bilbao y un nuevo juego de candelabros de guardabrisa para el paso que se adquirió en agosto de 1898.
Pero que sean las palabras de González Gamboa las que nos trasladen a aquel día y nos digan qué impresión le produjo aquella visita.
NUESTRO PADRE JESÚS DE LA SALUD
"¿Qué
es lo que hace en estos días un sevillano, o un injerto en sevillano en las
horas que están las cofradías en la calle?. Pues ya se sabe: andar de iglesia en
iglesia, contemplando, inquiriendo y dándose al regalado gusto de contemplar
los “pasos” en el templo, entre las sombras misteriosas de las naves mudéjares
tibiamente iluminadas por los rayos de luz que, tamizados por los estrechos y
altos ventanales, se posan discretamente en las tallas canastas, brillan en los
bordados barrocos de los mantos espléndidos y acarician con dulces entonaciones
las rosadas mejillas de las Dolorosas y las carnes amoratadas, lirios divinos,
de los crucificados.
Llevado
y atraído poderosamente en estos encantos, paso tras paso, fui la otra tarde a
la iglesia de San Román. Mi propósito era ver de cerca la imagen de Nuestro
Padre Jesús de la Salud, de la que un amigo mío, el señor cura de dicha
parroquia, se hacía lenguas, y de camino conocer a algunos de los nazarenos de
su Cofradía, quinta esencia de los “cañí”, y una de las más fervorosas, en
medio de la humildad (y quizás por lo mismo), de las que hacen estación de
penitencia en Semana Santa.
Estaba
la Sagrada Imagen colocada en su “`paso” y rodeada de algunos hermanos, que la contemplaban
embebecidos, notando determinados pormenores relativos a la túnica (2) , estrenada
en este año, cuando llegó el que escribe estas líneas. Confieso que la
impresión que me produjo al ver de cerca la maravillosa efigie fué de enorme
asombro. Yo nunca la había contemplado tan bien, ni había podido admirar tan a
mi gusto su hermosura verdaderamente divina. La postura es nombre y
humildemente arrogante; encorvándose la espalda con tanta majestad, que da la
sensación de que la carga de la cruz, con ser tan pesada, puesto que pesaba lo
que nuestros pecados la lleva el Hombre-Dios con infinita facilidad, con toda
la facilidad y gallardía que dan el amor con que se movió para ponerla sobre
los hombros divinos; vuélvese el rostro un poco hacia la derecha, dulcemente
doloroso, sufrido y amable, mirando triste como poniendo en los labios
entreabiertos palabras de perdón y de piedad; las manos que sostienen uno de
los brazos del santo madero tienen tal realidad que parece que hablan, y dicen
tanto que aunque en el movimiento de sus dedos hermosísimos se ve que se
esfuerzan por coger la cruz, también se nota en ellos que ellos están
dispuestos a perdonar y a bendecir.
Yo
no sé el tiempo que estuve contemplando la santa imagen; sólo recuerdo bien que
la vi más que con los ojos del cuerpo, con los del alma, y que desde esa tarde
aunque no la tengo delante, dentro de mi siento la amable visión de aquel
rostro dulcísimo, de aquellos labios que prometen misericordia, de aquellas
manos que hablan lenguaje de fortaleza y de piadosa absolución, de aquellas
espaldas cargadas con el peso de los infinitos pecados del mundo.
Santamente
orgullosos pueden estar los hermanos de Nuestro Padre Jesús de la Salud.
Continúen, como hasta aquí, dedicando a Este sus piadosos entusiasmos, y
muévales la hermosura divina de la sagrada efigie a ser cada día más fervorosos
cristianos, para bien de sus almas y para ejemplo de otros cofrades, que podrán
tener mejores medios de fortuna, pero no más arrestos ni más decisión en dar
gloria a Dios en una de las más portentosas imágenes de Sevilla."
R.
González Gamboa.
Nuestro Padre Jesús de la Salud en la mañana del Viernes Santo de 1925. Foto de Juan José Serrano. Archivo Fototeca Municipal de Sevilla |
(1). A.H.M.S. Ferias y Festejos, Año 1925, Expediente 3, D/669.
(2). La túnica a la que se refiere el periodista es la de tisú color hueso que diseña Francisco Farfán Ramos y confeccionan sus hijas Concepción, Rosario, Carmen y María Luisa Farfán
García. En la entrada de abril de 2018 de este mismo blog se dan más detalles de la misma.
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