Supongo
que a cualquier chiquillo de mi generación tenían que llamarle forzosamente la
atención. Allí en San Román, en la mesa que ponía el mayordomo y atendían las
hermanas los Domingos de Ramos y Jueves Santos, destacaban por su colorido,
entre tanta foto aún en blanco y negro. Y eran tarjetas postales que, aparte de
como recuerdo, se podían utilizar para enviarle a algún amigo unas
líneas escritas por correo. Desde luego que no iba a ser yo el que lo hiciera y me desprendiera
así de ellas. ¡Eran mías! Aún puedo encontrar en alguna el estropicio de mi
propio nombre garabateado con letra infantil en los renglones dispuestos para
poner la dirección del destinatario, e incluso un dibujito de cómo veía uno un
palio a tan corta edad. Mi hermano menor continuó la colección con las de otras
cofradías, pero yo me compré únicamente las cuatro de mi Hermandad. Unos
años después intenté convencerlo de que una que tenía del Cachorro saliendo de
su capilla del Patrocinio era mía también, pero no picó.
La
más antigua de ellas está editada en Valencia por A. Subirats-Casanovas, y el
depósito legal es de 1964. Aparece el Señor de la Salud regresando con toda su
majestuosidad por la calle Imagen, sobre su antiguo paso, al que se le puede
observar un curioso segundo friso de claveles rojos en la mesa, sobre los
respiraderos, cosa bastante excepcional. Creo que sólo se hizo un año o dos.
Que la postal esté impresa en 1964 no significa que la fotografía se tomara en
esa fecha. Aparecen ya sin embargo las coronitas doradas que remataban las
tulipas de los candelabros, que costeó un grupo de hermanos y que se estrenaron
en 1963, así que la foto tiene que estar tomada entre esas dos fechas. ¿Y si me
guiara para datarla por los nazarenos? ¿Y si pudiéramos reconocer a alguno? En
el 63 salió de fiscal del paso Cristo Vicente García González, “Vicente Valencia”, y en 64 Francisco Vega Moreno, prioste y vestidor del Señor. Alguno de los dos será
ese fiscal que mira orgulloso a la cámara como diciendo: “¡Aquí está un nazareno
de la Hermandad de Los Gitanos!”.
La
segunda postal es de la Virgen de las Angustias sobre su paso en San Román. Es
la nº 252 de la colección Escudo de Oro dedicada a la Semana Santa, editada en
Madrid e impresa en Barcelona en 1966 (el número romano IX en el depósito legal así nos lo indica). Así procesionó nuestra Bendita Titular hace justo medio siglo. Fijaros en la corona. Ese objeto en
forma de media luna plateada bajo los imperiales es nada más y nada menos que
la famosa tiara rusa de diamantes de la Duquesa de Alba. También en el
pecherín, entre otras muchas joyas y colgantes que caen hasta sobre la saya, luce el Toisón de Oro, que se le concedió a su señor padre, D. Jacobo
Fitz-James Stuart y Falcó, ya fallecido entonces, pero que Doña Cayetana quiso
que nuestra Titular llevara precisamente aquel Viernes Santo de 1966. El diario ABC, en su
edición del 8 de abril, publicaba la relación de todas las joyas que
la Virgen lució ese año cedidas por la Sra. Duquesa, entre las que aparecen la
tiara rusa y el toisón.
La
tercera postal es otra vez del Señor de la Salud, pero en esta ocasión saliendo
de la Catedral. Es la nº 273 de la colección Escudo de Oro, también con
depósito legal en 1966. Vemos ahí con más detalle el antiguo paso estrenado
veinte años antes, que atribuyen a Juan Pérez Calvo, que puso efectivamente su
taller, pero que diseñó Guillermo Bonilla –que ya había colaborado con Fernández Andes en la policromía de la Imagen del Señor cuando se hizo-, y que talló Rafael Fernández del Toro y doró Antonio Sánchez González. Hoy
lo llaman “de las cortinillas”, pero en su época se le llamó “de los
espejitos”, como al de la Coronación de Espinas de la Hermandad del Valle,
porque en su concepción original estaba decorado igualmente con pequeños espejos, al
estilo rocalla. Estos se le suprimieron en una reforma que le realizó Manuel
Peralta en 1965, así que, al contrario que en la postal de la calle Imagen, en esta está ya sin ellos. También observamos más de cerca las
coronitas de las tulipas. El paso y los candelabros se vendieron, pero las
coronitas no, porque las habían regalado unos hermanos con todo el cariño del
mundo, y aún deben de andar por la priostía.
La
última de las postales es de la editorial García Garrabella y Cía., de
Zaragoza, y el depósito legal es de Barcelona, de 1967. Apaisada, aparece la
Virgen de las Angustias saliendo de la Catedral, con Salvador Dorado “El
Penitente” -o “El Paitente” según otros- como capataz. Como en la anterior figura el antiguo escudo de la corporación en
el frontal del palio, con el corazón agustino bajo el capelo arzobispal, como
estuvo hasta su restauración en 1970. El manto azul pavo estaba prácticamente
estrenando el acabado de los bordados de Carrasquilla. Y no perderos el saqueo de claveles que a esas horas de la mañana había sufrido ya el paso en su lateral. Sólo la parte más cercana al contraguía ha sobrevivido entera. Afortunadamente esa costumbre tan fea del público se erradicó.
Y
estas son las viejas postales de mi infancia, las de aquel nazarenito que soñaba
con ser lo bastante mayor para salir toda la noche, y que pretendía enviárselas
a si mismo, con garabatos y restos de pegamento incluidos.
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