Acordándome de nuestros mayores, que tanto están sufriendo en estos días graves que atravesamos, he pensado que quizás fuera bueno traer a estas páginas una anécdota de nuestra hermandad que recogen las actas de nuestra corporación, y que a mí me resulta especialmente entrañable, porque fue de algún modo un encuentro entre la hermandad antigua y la contemporánea. Se trata de una visita que nuestra bolsa asistencial realizó al Hospital de la Santa Caridad a principios de los años noventa del pasado siglo. Los protagonistas de aquel momento fueron, de una parte, dos ancianos hermanos, José Rodríguez Lara "Tragapanes" y Rafael Gayango Estirado, y de otra el que fuera Hermano Mayor de nuestra corporación Antonio Moreno Bermúdez, bajo cuyo mandato se constituyó nuestra Bolsa de Caridad (1).
A "Tragapanes" (1909-1991) ya lo nombramos en estas páginas al hablar de la mayordomía de su abuelo materno, el famoso torero José Lara Jiménez "Chicorro", que como contamos llegó a la hermandad a través de su casamiento con Dolores del Campo, integrante de esa familia que fue celosa guardiana de la corporación en los siglos XVIII y XIX. Por otra parte, su tío abuelo paterno fue nada más y nada menos que el renombrado cantaor trianero Manuel Rodríguez García "Cagancho". Con estos antecedentes familiares no era de extrañar que toda la vida de Tragapanes girara en torno al toreo, al cante y por supuesto a su hermandad. A lo primero intentó dedicarse en sus años mozos utilizando el sobrenombre de su abuelo, "Chicorro", con regular suerte. Cuentan que fue quizás en una corrida para la que fue elegido por votación popular y a la que no se presentó donde perdió el tren. Sí tuvo más éxito en el mundillo flamenco, sobre todo ya anciano, cuando el espectáculo "Triana Pura y Pura" rescató su figura. El conocimiento que atesoraba de los cantes heredados de su familia fue largamente valorado por los buenos aficionados.
En cuanto a la hermandad, aprendió a quererla como algo propio desde pequeño. En el archivo de nuestra secretaría se conserva su hojilla de inscripción, con el número 66 de hermano, hojilla que creo recordar que tiene la peculiaridad de que además de nombre y apellidos recoge su apodo. Aparece en ella domiciliado en la trianera calle Rocío nº 13, en lo que se conocía con el significativo nombre de "El Corral de los Gitanos". En aquel corralón, en el que residían también figuras añejas de nuestra cofradía, como el que fuera hermano mayor Joaquín Serrano Filigrana o los hermanos Vega Niño, se vivía el ambiente de la cuaresma de forma singular. Comenzaba entonces un trasiego de enseres hasta San Román en el que la chiquillería reclamaba su protagonismo. Prendas y objetos que, dado que no había casa-hermandad alguna, se conservaban el resto del año en casas particulares, o incluso en el almacén de "Villa Troya" -el colmado que Heliodoro Ramos Mancebo tenía en la esquina de la cava con la calle Troya- cruzaban el puente listos ya para los días grandes. Hasta el mismo reparto de las túnicas y las papeletas de sitio se efectuó algunos años en este corral, en el domicilio del secretario José Vega Niño (2).
Es verdad que "Tragapanes" se distanció de su hermandad. Su vida bohemia, el exilio forzado de su Triana natal y otras circunstancias que no vamos a entrar aquí a tratar ni a valorar le hicieron darse de baja de la nómina de la cofradía.
El caso es que, tras muchos avatares y a pesar de haber ganado sus buenos dineros, José Rodríguez Lara terminó sus últimos años acogido en el Hospital de la Santa Caridad, esa encomiable institución sevillana que fundara D. Miguel de Mañara. No lo llevó a aquel lugar la pobreza, sino el desamparo y la soledad. Fue toda su vida un solterón empedernido y nunca se casó. Nada material le faltaba allí desde luego, pero habría que decir, recordando las palabras del apóstol de los gentiles, que la caridad sin amor no es nada, así que, conocedor nuestro entonces hermano mayor de que aquel antiguo hermano se encontraba en dicho hospital, propuso a la bolsa de caridad hacerle una visita para confortarlo con algo tan simple como un rato de charla, unas revistillas taurinas, algo de tabaco. En definitiva, con un poco de cariño. Y a veces ocurren pequeños milagros inesperados, pues como relatan las actas, visitando a "Tragapanes" encontraron también allí recluido a otro hermano al que todavía parece que le hizo aún más ilusión la visita. Pero dejemos que sean estas actas que mi padre redactó, recogiendo las palabras de Antonio Moreno, las que nos cuenten lo sucedido (3):
"Que como también dijo en el cabildo anterior, nuestro hermano Antonio Galvín, Juan Piquero y él estuvieron en el Hospital de la Santa Caridad, habiendo servido de introductor nuestro hermano Joaquín Gabardón del Olmo, que también es hermano de la Caridad. Que por este hermano es por quién se tuvo noticias de que allí había otro hermano a quien también se ha visitado y que resultó ser Rafael Gayango Estirado, un hombre de 92 años al que muchos de los presentes recordarán como no faltaba a ningún culto y asistía todos los años a la procesión del Corpus, añadiéndose por el que refrenda que también era todos los años el que sacaba la primera papeleta del paso de Virgen, lo que conseguía porque dos horas antes de la señalada para empezar el reparto ya estaba guardando cola.
Sigue el Hermano Mayor diciendo que indudablemente acudir a este centro hospitalario no tiene nada de agradable, pues muy al contrario es muy deprimente, pero también es verdad que se siente una gran satisfacción cuando se comprueba lo positivo de su resultado. Fue digno de ver y de vivir la alegría que le dió a este hermano al ver que era visitado por su Hermandad, como se expresaba dirigiéndose a sus compañeros diciéndoles que como lo querían en su Hermandad que hasta había ido el Hermano Mayor a visitarlo. Que por todo ello se iba a seguir visitando este centro y a estos hermanos, y si nos dan permiso las monjas que los atienden se les va a llevar tabaco, tanto a los que son hermanos de la Hermandad como a los que no lo son (...) Que es verdad que cuando nuestro Cristo pasa por la Campana de forma tan maravillosa, que hace vibrar de emoción a todos los que le contemplan, es algo muy bonito, muy emocionante, pero también es verdad que el Cristo de la Salud debió de tocarnos las palmas este día cuando nos vio junto a estos hermanos, tan viejecitos y tan necesitados de cariño".
José Rodríguez Lara "Tragapanes" murió tan sólo un año después. La misa por su eterno descanso se celebró en la parroquia de San Román el 30 de Septiembre de 1991. De Rafael Gayango Estirado, aquel hermano al que mi padre recordaba por llegar siempre el primero a sacar su papeleta de sitio, no hemos conseguido muchos datos más, aparte de su fallecimiento en marzo de 1993.
Para terminar como empezamos, debiera de saberse que en esta calamitosa situación de confinamiento que hemos vivido estos días, la hermandad, como entonces, no se olvida de sus mayores. Aparte de la conocida campaña "Cofradía solidaria", que ha ayudado a muchas familias necesitadas, me consta que ha habido una preocupación y un buen número de llamadas telefónicas a nuestros hermanos más veteranos, a los que nos legaron nuestra querida corporación y a los que tanto debemos. Que el Señor de la Salud los guarde a todos y a ver si pronto podemos volverlos a ver por nuestro santuario.
Recorte de prensa de la edición sevillana de ABC 21-6-1933 |
En cuanto a la hermandad, aprendió a quererla como algo propio desde pequeño. En el archivo de nuestra secretaría se conserva su hojilla de inscripción, con el número 66 de hermano, hojilla que creo recordar que tiene la peculiaridad de que además de nombre y apellidos recoge su apodo. Aparece en ella domiciliado en la trianera calle Rocío nº 13, en lo que se conocía con el significativo nombre de "El Corral de los Gitanos". En aquel corralón, en el que residían también figuras añejas de nuestra cofradía, como el que fuera hermano mayor Joaquín Serrano Filigrana o los hermanos Vega Niño, se vivía el ambiente de la cuaresma de forma singular. Comenzaba entonces un trasiego de enseres hasta San Román en el que la chiquillería reclamaba su protagonismo. Prendas y objetos que, dado que no había casa-hermandad alguna, se conservaban el resto del año en casas particulares, o incluso en el almacén de "Villa Troya" -el colmado que Heliodoro Ramos Mancebo tenía en la esquina de la cava con la calle Troya- cruzaban el puente listos ya para los días grandes. Hasta el mismo reparto de las túnicas y las papeletas de sitio se efectuó algunos años en este corral, en el domicilio del secretario José Vega Niño (2).
Es verdad que "Tragapanes" se distanció de su hermandad. Su vida bohemia, el exilio forzado de su Triana natal y otras circunstancias que no vamos a entrar aquí a tratar ni a valorar le hicieron darse de baja de la nómina de la cofradía.
José Rodríguez Lara "Tragapanes" retratado para la revista Sevilla Flamenca. |
El caso es que, tras muchos avatares y a pesar de haber ganado sus buenos dineros, José Rodríguez Lara terminó sus últimos años acogido en el Hospital de la Santa Caridad, esa encomiable institución sevillana que fundara D. Miguel de Mañara. No lo llevó a aquel lugar la pobreza, sino el desamparo y la soledad. Fue toda su vida un solterón empedernido y nunca se casó. Nada material le faltaba allí desde luego, pero habría que decir, recordando las palabras del apóstol de los gentiles, que la caridad sin amor no es nada, así que, conocedor nuestro entonces hermano mayor de que aquel antiguo hermano se encontraba en dicho hospital, propuso a la bolsa de caridad hacerle una visita para confortarlo con algo tan simple como un rato de charla, unas revistillas taurinas, algo de tabaco. En definitiva, con un poco de cariño. Y a veces ocurren pequeños milagros inesperados, pues como relatan las actas, visitando a "Tragapanes" encontraron también allí recluido a otro hermano al que todavía parece que le hizo aún más ilusión la visita. Pero dejemos que sean estas actas que mi padre redactó, recogiendo las palabras de Antonio Moreno, las que nos cuenten lo sucedido (3):
"Que como también dijo en el cabildo anterior, nuestro hermano Antonio Galvín, Juan Piquero y él estuvieron en el Hospital de la Santa Caridad, habiendo servido de introductor nuestro hermano Joaquín Gabardón del Olmo, que también es hermano de la Caridad. Que por este hermano es por quién se tuvo noticias de que allí había otro hermano a quien también se ha visitado y que resultó ser Rafael Gayango Estirado, un hombre de 92 años al que muchos de los presentes recordarán como no faltaba a ningún culto y asistía todos los años a la procesión del Corpus, añadiéndose por el que refrenda que también era todos los años el que sacaba la primera papeleta del paso de Virgen, lo que conseguía porque dos horas antes de la señalada para empezar el reparto ya estaba guardando cola.
Sigue el Hermano Mayor diciendo que indudablemente acudir a este centro hospitalario no tiene nada de agradable, pues muy al contrario es muy deprimente, pero también es verdad que se siente una gran satisfacción cuando se comprueba lo positivo de su resultado. Fue digno de ver y de vivir la alegría que le dió a este hermano al ver que era visitado por su Hermandad, como se expresaba dirigiéndose a sus compañeros diciéndoles que como lo querían en su Hermandad que hasta había ido el Hermano Mayor a visitarlo. Que por todo ello se iba a seguir visitando este centro y a estos hermanos, y si nos dan permiso las monjas que los atienden se les va a llevar tabaco, tanto a los que son hermanos de la Hermandad como a los que no lo son (...) Que es verdad que cuando nuestro Cristo pasa por la Campana de forma tan maravillosa, que hace vibrar de emoción a todos los que le contemplan, es algo muy bonito, muy emocionante, pero también es verdad que el Cristo de la Salud debió de tocarnos las palmas este día cuando nos vio junto a estos hermanos, tan viejecitos y tan necesitados de cariño".
José Rodríguez Lara "Tragapanes" murió tan sólo un año después. La misa por su eterno descanso se celebró en la parroquia de San Román el 30 de Septiembre de 1991. De Rafael Gayango Estirado, aquel hermano al que mi padre recordaba por llegar siempre el primero a sacar su papeleta de sitio, no hemos conseguido muchos datos más, aparte de su fallecimiento en marzo de 1993.
Para terminar como empezamos, debiera de saberse que en esta calamitosa situación de confinamiento que hemos vivido estos días, la hermandad, como entonces, no se olvida de sus mayores. Aparte de la conocida campaña "Cofradía solidaria", que ha ayudado a muchas familias necesitadas, me consta que ha habido una preocupación y un buen número de llamadas telefónicas a nuestros hermanos más veteranos, a los que nos legaron nuestra querida corporación y a los que tanto debemos. Que el Señor de la Salud los guarde a todos y a ver si pronto podemos volverlos a ver por nuestro santuario.
1.- En realidad la constitución de la Bolsa de Caridad se acordó en cabildo general celebrado el 27 de Diciembre de 1971, y se nombró al efecto una comisión para que redactara unos estatutos que finalmente no llegaron a aprobarse. La caridad de la corporación se limitó al tradicional reparto de pan en los cultos principales y a alguna colaboración con la Legión de María. No es hasta un cabildo de oficiales de 5 de Mayo del 78 cuando se aprueban unos estatutos y la Bolsa se pone en funcionamiento como órgano autónomo dentro de la hermandad.
2.- Diario ABC de Sevilla, edición de 7 de abril de 1938, pag, 16: "Esta hermandad pone en conocimiento de sus hermanos que el reparto de túnicas y papeletas de sitio se celebrará el Lunes y Martes Santo, en el domicilio del secretario, calle Rocío número 13, de siete a nueve de la noche, disponiéndose, pasada dicha fecha, de las túnicas que no hubiesen recogido".
3.- Según me cuenta mi hermana, entonces secretaria de la
Bolsa, fueron varias las visitas al Hospital de la Caridad, y mientras unas
aparecen referidas en las actas de los cabildos de oficiales, alguna otra figura en
las de las reuniones de la Bolsa. El acta nª 314, de cabildo
celebrado el 11 de Julio de 1990, da cuenta de una primera visita
realizada por el hermano mayor junto a los hermanos Antonio Galvín Moya y
Juan Piquero Cordero. La nº 315, de cabildo celebrado el 12 de Septiembre del
mismo año, que es la que hemos transcrito, parece ampliar la relación de
lo acontecido.