miércoles, 1 de febrero de 2017

HOMENAJE A PEPE VALENCIA

José García González (1909-1981) fue un inimitable saetero que marcó toda una época de la cofradía. Gandinguero en el mercado de la Encarnación, tomó como suyo principal el segundo apellido de su padre, Vicente García Valencia, de modo que era conocido en dicha plaza y por todos los aficionados sevillanos al cante como "Pepe Valencia". Su señora madre, Salud González Mato, "Mamá Salud" como se le llamaba en la hermandad, era toda una institución en el seno de la corporación, y no era poco frecuente que al recogerse la cofradía junta de gobierno y todos los más allegados acabaran en su domicilio de la calle Gerona (1).

Entre los viejos papeles de mi padre guardo un folio mecanografiado, que probablemente escribiría con vistas al boletín de la hermandad, en el que se dedicaba a realizar una semblanza del saetero. Que yo recuerde estas líneas no llegaron a publicarse nunca, así que me ha parecido interesante incluirlas en el blog.  Dicen así:


Recuerdos también que conservo del saetero son una invitación a un banquete de honor que se le ofreció pasada la semana santa de 1965, a él y al entonces capataz Salvador Dorado Vázquez "El Penitente", así como una foto del mismo ágape en el restaurante La Pastora. 



Restaurante la Pastora. 4 de abril de 1965. Sentado en primer plano Manuel Lérida García "El Mellizo", de pié a su lado mi padre, en sus primeros años como secretario, atrás José Moreno Serrano, entonces teniente de hermano mayor, y junto a él, el párroco D. Crescencio Moreno. Presiden la mesa Pepe Valencia y Salvador Dorado, y al fondo aparece también incorporado Vicente Valencia.

La hermandad quiso tributarle otro homenaje más años después de su fallecimiento. Con motivo de la coronación canónica de nuestra Bendita Titular, y a su paso por la calle Cuna en el rosario de la aurora con el que se trasladó a la Catedral, al alba de aquel 23 de octubre de 1988, se descubrió un azulejo con la letra de su más famosa saeta a la Virgen, justo en aquella esquina con Cerrajería en la que Pepe Valencia tantas veces le cantó.




Para terminar, os dejo dos saetas de Pepe Valencia dedicadas a nuestros titulares






 


1. En los libros de actas se recoje una curiosa mención a Mamá Salud. En Cabildo General celebrado el 18 de julio de 1967, en el apartado de ruegos y preguntas, el hermano Manuel Bermúdez Vargas, aquel "Manolito Bermúdez" del que ya hablamos en estas páginas, cuestiona a la junta porqué la cofradía pasa en su procesionar hacia la catedral por la calle Gerona, en vez de ir directamente desde la calle Peñuelas a Doña María Coronel, y el hermano mayor contesta que «se hace en atención a doña Salud González Mato, persona ya anciana, bienhechora de nuestra hermandad y madre de nuestro hermano don Vicente García González y de "Pepe Valencia", por cuyo lugar seguirá pasando mientras Dios le conceda la vida».

lunes, 2 de enero de 2017

¿FUE MANOLO CARACOL HERMANO MAYOR DE LOS GITANOS?

Era yo un chiquillo en edad escolar cuando leí aquel libro que andaba por casa, "Historia de las Cofradías Sevillanas", de Pedro Liaño Gómez, en el que tratando de la historia de nuestra corporación, aparece el dato que hoy vamos a discutir. Dice así:

La Virgen y su Hermandad recibieron siempre la ofrenda de los más insignes prohombres y personalidades que la admiran y quieren y todo hacia Ella son manifestaciones de esa devoción. Posee la Celestial Señora una saya confeccionada con el traje de bodas de la esposa del General Queipo de Llano y sobre la misma, pasado, el bordado en oro del traje de luces del que fue su Hermano Mayor Gitanillo de Triana famosísimo matador de toros conocido también por "Curro Puya", siendo miembros notables de esta Hermandad don Manuel Ortega Jiménez, que también fue Hermano Mayor, conocido por "Manolo Caracol" (1)

Nombrar a Caracol en casa era hablar del ídolo de mi padre, que desde niño había seguido su carrera con la mayor de las admiraciones. Tenía todos sus discos, guardaba las entradas y libretos de las muchas veces que había ido a ver sus espectáculos en el desaparecido Teatro San Fernando, y si se canturreaba algo, que era muy aficionado, lo hacía imitando a su artista favorito. Recuerdo cómo le pregunté por lo que acababa de leer. Había de momento un error que saltaba a primera vista. Manolo Caracol tenía como segundo apellido Juárez, no Jiménez ¿pero qué había de verdad en lo que se decía de que había sido hermano mayor? Mi padre ni me confirmó ni me lo desmintió. Él no fue hermano hasta 1958, pero sí me dijo que había escuchado algo sobre el particular y le habían contado que eso no era así, que Caracol no llegó a ocupar tal cargo. Por otra parte, él mismo había indagado y no constaba siquiera que hubiera sido hermano. No aparecía en los libros que entonces él mismo custodiaba en calidad de secretario (2).

Años después le hice la misma pregunta a José Lérida y Vargas, infatigable mayordomo de la cofradía en aquellos primeros años de la década de los cincuenta del pasado siglo, y me informó de algo más. Joselito Lérida -toda la hermandad y media Sevilla lo conocían por el cariñoso diminutivo- me había regalado agradecido una fotocopia de una entrevista que le hizo Enrique Hernández-Luike para la sección cofradiera del diario "Sevilla" (3). Yo era entoces un veinteañero, y él octogenario, pero me gustaba visitarlo en su domicilio para que me contara historias antiguas de la hermandad, y a veces incluso le hacía de lazarillo cuando el hombre salía a vender a amigos y conocidos los libros de poemas que escribía, y cuyos beneficios dedicaba a ayudar a las Hermanitas de la Cruz. El caso es que en aquel número de "Sevilla", fechado en marzo del 53, cuando la cofradía conmemoraba su segundo centenario, volvía a aparecer el dato en cuestión. Figuraba la composición de la comisión gestora que gobernaba entonces la hermandad, y de nuevo Manuel Ortega Juárez en el cargo de hermano mayor. Desde luego que interrogué sobre el particular al tío José y me contó como, con ocasión del recibimiento como hermana de su hija Luisa, Caracol se había ofrecido a ayudar a costear un nuevo retablo para las imágenes en la capilla que ocupaban de la recién restaurada parroquia de San Román. No era la primera vez que el artista colaboraba económicamente con la hermandad. También había ayudado unos años antes, junto a su entonces pareja artística, Lola Flores, a saldar las deudas contraídas con motivo de la adquisición del nuevo paso para el Señor de la Salud realizado en los talleres de Pérez Calvo, dedicando al efecto dos funciones de su espectáculo "Zambra 1946" (4) .


Luisa Ortega jurando las reglas de la Hermandad de los Gitanos en 1952. Atrás su padre con vara.

Los hermanos que entonces llevaban el gobierno de la hermandad pensaron que la mejor manera de comprometerlo en el asunto del retablo era haciéndolo formar parte de la gestora, y efectivamente fue nombrado gestor por la autoridad eclesiástica en febrero de 1953. Y no solo él, también su hijo Enrique y su yerno Arturo Pavón entraron en aquella junta gestora, pero el cantaor, por sus obligaciones profesionales, y porque ya vivía más en Madrid que en Sevilla, apareció lo justito por San Román, teniéndolo que suplir la mayoría de las veces su antecesor en el cargo, el recordado Paco Antúnez, que era a la sazón teniente de hermano mayor. Y en cuanto a los dineros prometidos... contaba el tío José que aportó, pero no lo que esperaban. Al año siguiente se tuvo que reorganizar la gestora, entrando a formar parte de ella como hermano mayor José Vega de los Reyes, otro de los "Gitanillos de Triana".



Hace poco, encontré y compré en una página de coleccionismo una vieja convocatoria de mano de los cultos de 1953, editada -como prácticamente toda la documentación de la hermandad de la época- en la imprenta de D. Francisco Vera Mármol, hermano mayor honorario de la corporación, y ahí está de nuevo el nombre del genio de la calle Lumbreras (5). Aquí os dejo esta convocatoria para terminar de ilustrar esta entrada sobre el gran Manolo Caracol y su relación con la Hermandad de los Gitanos, y que cada cual saque sus conclusiones.





Notas
  1. "Historia de las Cofradías Sevillanas", de Pedro Liaño Gómez, editado en nuestra ciudad 1964 por la imprenta Garrido, páginas 230 y 231.
  2. Ni aparece en el libro de hermanos de 1954, con diligencia de apertura fechada el 27 de julio de ese año, firmada por el secretario José Mª Loreto Lázaro y con el visto bueno del hermano mayor José Vega de los Reyes, ni en el que en 1987 recuperó para la hermandad el historiador Juan de Dios Ruiz Sambruno, diligenciado en abril de 1949 por el secretario José Mª De la Concha Meneses, con el visto bueno del hermano mayor Francisco Antúnez Garrido. Tampoco se encuentra su hojilla de inscripción. 
  3. Diario SEVILLA. Edición de 9 de marzo de 1953.
  4. Diario ABC de Sevilla. Edición del 14 de mayo de 1946. Página 26.
  5. En el archivo de nuestra secretaría se conserva una copia de esta convocatoria de mano. Es exactamente igual, sólo que sin ningún nombre de hermano o bienhechor rellenando el renglón del destinatario. La que yo he adquirido en "Todocolección" a Javier de la Torre León se envió a Angel Márquez Vera, que tampoco aparece en los libros de hermanos, pero como quiera que lleva adjunto un petitorio de limosna para contribuir con los cultos y a la estación de penitencia, puede que fuera algun comerciante al que se le solicitaba ayuda.

viernes, 2 de diciembre de 2016

LAS SAETAS DE MANOLITO BERMÚDEZ

Quiero traer a estas páginas la evocación de un hermano que hace mucho que nos dejó, casi medio siglo, pero que, a pesar de su paso fugaz por la vida, dejó una profunda huella de cariñoso recuerdo en todos los que le trataron. Nuestra corporación siempre fue pródiga en esta clase de cofrades, humildes y sencillos, pero con un corazón que no les cabía en el pecho, y uno de ellos fue Manuel Bermúdez Vargas, "Manolito Bermúdez" para los que le conocieron.



Manuel nació en el número 73 de la calle Sol, en el seno de una familia gitana de la Puerta Osario con honda tradición en la hermandad. Su abuelo, José Bermúdez Reyes, herrero de la calle Conde Negro, fue mayordomo y uno de los firmantes de la solicitud para que la cofradía realizara su primera salida procesional desde la parroquia de San Román en 1891. Los hijos de aquel hombre de fragua, Santos y Juan José, formaron parte de la gestora que tomó las riendas de la Hermandad en 1942 y aparecen en el libro de 1949, ya afincados en la calle Sol, con los números uno y dos de la nómina. Para el joven Manolito, con esta herencia a sus espaldas, la hermandad era algo fundamental en la vida, algo para vivir los 365 dias del año. Cuentan que no faltaba a unos cultos, ni a las tertulias en "El Uno de San Román", en el "Remesal", o en "La Playa" de la calle Enladrillada, en aquellos tiempos en que no teníamos casa de hermandad y había que reunirse en tabernas o en casas particulares, pero en los que la convivencia entre hermanos era mucho más intensa. No llegó a ser miembro de junta, por su juventud y temprano fallecimiento, pero estaba en todas aquellos encuentros en las que se hacían números para ver como se conseguían las pesetas para hacer un manto para la Virgen, unos faldones para el paso del Señor, o un nuevo enser que mejorara el entonces pobre patrimonio de la hermandad.

María Stma. de las Angustias en Diciembre de 1962, vestida con el manto verde
  de camarín que le donó un grupo de hermanos, entre ellos Manuel Bermúdez Vargas.


Supongo que sería en una de aquellas tertulias cuando Manuel escribió de su puño y letra aquellos versos en forma de saetas y se los regaló a mi padre con una cariñosa dedicatoria. Lo mismo fue para que mi padre, tan aficionado, las cantara en alguna ocasión. La prematura y repentina muerte de Bermúdez en 1970, en la flor de la vida, que conmocionó a aquella hermandad tan familiar, hizo quizás que su destinatario le diera aún más valor a aquellos sencillos poemas que le había regalado aquel malogrado hermano y amigo, y que los guardara entre sus muchos papeles como oro en paño. No tendrán probablemente un gran valor literario o histórico, pero para él tenían el significado de la amistad sincera, y eran además ejemplo de una devoción incondicional a Nuestro Padre Jesús de la Salud y a su bendita madre María Santísima de las Angustias. Aqui os dejo esas saetas de Manuel Bermúdez Vargas, al que el Señor seguro que tendrá en su gloria, en esa eterna y feliz madrugada que nos prometió.





Angustias que pobre es tu manto
Tú que vienes llorosa
Pa mí que te quiero tanto
siendo Tú la más hermosa
que sale en el viernes santo 

Por excelencia y Generala
de los Gitanos eres flor
eres Reina y Soberana
eres la Madre de Dios
Estrella de la mañana

Toito er mundo ha confesao
que tú eres la más bonita
la del color bronceao
Gitana pura y bendita
por to tus cuatro costao

Bajo palio transparente
vas luciendo tu hermosura
mecedla, por Dios, mecedla
que esa Gitana es tan pura
que me da emoción el verla

Mare mía de las Angustias
¿Quién es tu hermano mayor
que te saca tan bonita
que te saca tan bonita
y reluces como el Sol? 

Angustias y doble Angustias
llevas en tu cara porque eres
la madrecita de mi Dios
la Gitanita más guapa
del tronco de Faraón.

Que no se roce un varal
que no se mueva una flor
Esa es la Madre de Dios
Ten cuidao capataz
la Reina de San Román

Aprieta el paso María
si a tu hijo quieres ver
tres horas quedan pal día
y no llega al amanecer

Madre mía de las Angustias
extiende tu mano santa
y échale la bendición
a to aquel que sea gitano
y tenga en ti devoción






miércoles, 2 de noviembre de 2016

UN MAYORDOMO EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA

En el periódico madrileño "La Unión", en su edición del 11 de septiembre de 1885, se informa sobre el avance por el país de un último brote de cólera, esa epidemia que marcó el siglo XIX, y al tratar lo acontecido sobre el particular en nuestra ciudad aparece la siguiente reseña:

"Sevilla, de ordinario muy piadosa, levanta grandemente en las presentes circunstancias su temple religioso. En casi todas las Iglesias se celebran rogativas implorando la divina clemencia. Ayer salieron procesiones del Salvador, Santa Marina y San Román. Esta última parroquia sacó al Señor del Perdón, cuya Hermandad la forman gitanos y de la que es mayordomo el célebre torero Chicorro. Asistieron todos los de esta raza, habitantes en la ciudad y barrio de Triana. Gran recogimiento y espíritu de compunción en los concurrentes". (1)



La nota de prensa nos deja pocas dudas. Una hermandad formada por gitanos y establecida en la sevillana parroquia de San Román sólo ha existido una, aunque el error del periodista al titular al Señor de la Salud como el Cristo del Perdón pudiera estar a la altura de aquellos otros que alguna vez nos han escrito sobre "La Macarena de Triana".

Lo que sí me llamó poderosamente la atención fue la mención a Chicorro como mayordomo de la corporación. El matador de toros José Lara Jiménez "Chicorro" nació en Algeciras en 1839, aunque cuando sólo tenía un año de edad su familia se trasladó a Jerez, en cuyo matadero se aficionó al arte de Cúchares, al que finalmente dedicó su vida. Se estableció en Sevilla alrededor de 1866, y se da la circunstancia de que fue el primer torero en recibir el trofeo de una oreja en la plaza de Madrid. ¿Pero cómo llegó este gitano algecireño por muy matador de toros que fuese a la mayordomía de nuestra cofradía?

José Lara Jiménez "Chicorro" fotografiado por Emilio Beauchy en su estudio de la calle Sierpes (2)

Investigando en los censos de nuestra ciudad lo encontramos en el de 1894, donde figura con domicilio en la feligresía de San Román, en el número 16 de la calle Gallos, y el dato clave que nos lo aclara todo es el nombre de su cónyuge: Dolores de Campos Vargas. De nuevo una Campos, esa familia que fue celosa guardiana de nuestra corporación en aquellos años. 



La noticia de "La Unión" introduce pués un nuevo dato en la historia de la Hermandad que sería interesante seguir investigando. Establecida la cofradía desde noviembre de 1880 en San Román, precisamente a instancias de su entonces Hermano Mayor Juan José de Campos, no pudo realizar desde allí su primera estación de penitencia hasta 1891, pero sí que realizó esa procesión de rogativas por el cese del cólera en 1885, con José Lara "Chicorro" como activo promotor.

Para terminar añadiremos que una hija de "Chicorro" casó con un hijo de Don Manuel Rodríguez "Cagancho", patriarca de la famosa dinastía de cantaores y toreros. Fruto de aquel matrimonio fue José Rodríguez Lara "Tragapanes", protagonista muchos años después de otra emotiva historia de nuestra hermandad que otro día contaremos.

Notas

  1. La nota de prensa aparece en la página 2 del nº 1111 del diario La Unión, editado en Madrid el 11 de septiembre de 1885, pero conforme aclara el periódico, se trata de una carta remitida desde Sevilla el 9 del mismo mes, con lo que la procesión de rogativas se celebró el 8 de septiembre, fecha de la Natividad de Nuestra Señora.
  2. Tanto el número del diario La Unión como la foto realizada por Beauchy a Chicorro pertenecen a los fondos digitalizados de la Biblioteca Nacional.

jueves, 6 de octubre de 2016

AQUEL DOCE DE OCTUBRE




Hace poco, contemplando un puñado de fotografías de la procesión extraordinaria del Señor de la Salud con motivo del centenario del establecimiento de la cofradía en San Román, recordé que entre los muchos papeles de mi padre había unas anotaciones al respecto, una especie de borrador en el que esbozaba una serie de datos para desarrollar posteriormente de forma más detallada. Quizás eran unos apuntes para aquellas memorias sobre sus años en la hermandad que proyectaba escribir cuando dejara de ocupar cargos en juntas de gobierno, pero que nunca consiguió redactar. Después de todo murió al pié del cañón, en el cargo de mayordomo, después de haber sido durante casi tres décadas secretario de la corporación.

La verdad es que leyendo esas anotaciones inconclusas he vuelto a revivir aquel día desde otra perspectiva. Yo era entonces un chaval de dieciséis años que acompañó a su Cristo sumergido en aquella marea humana. Sin cirio, porque sólo hubo cincuenta cirios para los hermanos más antiguos, pero a pesar de la libertad con que pude moverme aquel día arriba y abajo con mis primos, muchos fueron los detalles que se me escaparon, o lo mismo es que mi memoria comienza ya a flaquear.

Para culminar las celebraciones del centenario en San Román, que había comenzado cuando se cumplía efectivamente la efeméride, en noviembre de 1980, con la colocación de un azulejo conmemorativo junto a la puerta de nuestra capilla, ya entrados en 1981 y con una recién estrenada junta de gobierno se comenzó a considerar la oportunidad o no de realizar una procesión hasta la parroquia de San Nicolás, idea que se desechó para sustituirla finalmente por una hasta la Santa Iglesia Catedral, para celebrar allí misa pontifical en acción de gracias. Pensando también que en noviembre había más posibilidades de lluvia, se adelantó a octubre, al lunes día 12, festividad de la Virgen del Pilar.

Apuntan las anotaciones como se dio la oportunidad a los jóvenes hermanos de integrarse en la cuadrilla de profesionales que tenía que sacar al Señor, con lo que, dejando aparte mudás y desarmás, aquella salida procesional fue el antecedente más serio de la posterior creación de las cuadrillas de hermanos costaleros de nuestra corporación.





El paso se puso en la calle a las tres de la tarde. No cuenta mi padre en esas notas ni en las actas oficiales, y es algo que siempre me ha intrigado, porque iba el Señor sin potencias, la única vez que yo sepa en todas sus salidas procesionales. Desde un balcón de la calle Peñuelas Jesús Martín Cartaya tomó una foto histórica, en la que se ve a nuestro Titular saliendo del templo entre una abigarrada multitud, y delante del paso capataces de leyenda: El Kiki, Luque, Manolo Santiago junto a la manigueta. A la derecha se observa a un chaval portando el banderín de la Banda de Cornetas y Tambores Virgen de las Angustias, a cuyo cargo estuvo el acompañamiento musical. El Señor aparece con la postura más inclinada y la zancada más abierta que le puso en su primera restauración Álvarez Duarte. Fue la última vez que procesionó así. Un mes antes se había celebrado un cabildo general extraordinario en el que se había acordado una nueva restauración que le devolviera su postura original.




Hace en sus apuntes mi padre hincapié en el calor de ese día, que califica de "agobiante", y como la muchedumbre de sevillanos que se agolpaba por Peñuelas y Bustos Tavera para ver pasar al Señor de la Salud impedía el cumplimiento de los horarios previstos, comenzando sólo a recuperarse tiempo en las anchuras de las calles Imagen, Laraña y Martín Villa. Al llegar a la plaza de San Francisco se encontraron como, a pesar del oficio remitido, el Ayuntamiento no había retirado los macetones que impedían el paso, cosa que solventaron los propios hermanos.



La comitiva entró a la hora acordada a la Catedral por la Puerta de San Miguel, situándose el paso en el trascoro, donde celebraría el pontifical Su Eminencia Reverendísima el Cardenal D. José María Bueno Monreal, auxiliado por el Director Espiritual de la Hermandad y Párroco de San Román D. José Mª Ballesteros Bornes, y el Delegado Episcopal ante el Consejo de Cofradías D. Camilo Olivares Gutiérrez.
 



Terminado el acto, a las ocho de la tarde, asomaba el Señor de la Salud por la Puerta de los Palos, con repique de campanas de la Giralda, "ante una Plaza de la Virgen de los Reyes totalmente abarrotada de público, más incluso que la mañana del Viernes Santo". Momentos antes, Joselón Ortega había tomado otra foto histórica. El mayordomo Joaquín Ponce Díaz ha cedido su vara a Guillermo Cantalapiedra, viejo ex-mayordomo que tanto luchara por la hermandad en tiempos más duros, y que a pesar de sus muchos años no ha querido faltar al acto.





Lamentan las notas la ausencia de la autoridades locales en el andén del Ayuntamiento. "Hoy los políticos sólo se acercan al pueblo y sus tradiciones en época de elecciones". Calle Tetuán, viejo itinerario de la cofradía, y al llegar a la Campana "como en la mañana del Viernes Santo, el Señor da la vuelta de forma solemne... el público aplaude a rabiar".

Como se había previsto en un cabildo de oficiales celebrado justo el día anterior con carácter de urgencia, al llegar a la Encarnación, en la esquina de la juguetería de Cuervas, el paso rodea el solar del derribado mercado por su lado norte. Se trata de dar tiempo para que pase la Hermandad de la Virgen del Pilar de la parroquia de San Pedro que está también ese día en la calle, porque hay que tirar por Alcázares en dirección a la calle Feria. Ese mismo cabildo extraordinario del día anterior había decidido que el Señor de la Salud no podía faltarle a un hermano gravemente enfermo que lo esperaba con ansiedad, D. Manuel Carrera Anglada. 

En San Juan de la Palma una representación de la Hermandad de la Amargura espera con estandarte, varas y un ramo de flores. "La puerta del templo totalmente abierta y el altar mayor como un ascua de luz, resaltando en el centro la bellísima imagen de Nuestra Señora de la Amargura". En Sevilla ya es un secreto a voces a donde se encamina el Cristo de los Gitanos, "y andando, andando, llegamos a la Plaza de Montensión..."

En un balcón de la antigua Plaza de los Carros, casi sin poder moverse por sus padecimientos, un hombre aguarda al Señor de la Salud. Sabe que pronto estará con Él, pero quiere su consuelo antes de morir. Y allí está el Señor, plantado en la plaza, sobre el paso que D. Manuel le ha regalado hace sólo un par de años, y con la cruz de todos nuestros sufrimientos a cuestas. Algunos miembros de la junta suben a saludar y confortar al hermano enfermo, y con ellos Manuel Mairena. En la plaza se ha hecho un silencio que sólo rompe el metal de la garganta del cantaor, que borda en esa noche de octubre una saeta alusiva al momento:

"Pare mío de la Salud
Que grande es ser de ti
Que grande es poder amarte
Y que grande es poder vivir
Pa tenerte yo que cantarte
Aunque me tenga que morir
Pare mío de la Salud
Que grande es ser de ti,
Que grande es poder cantarte"



"Silencio, llantos, aplausos". Parece que mi padre se quedó sin palabras para describir lo que se vivió en aquella plaza. Yo, que estuve allí siendo sólo un adolescente, aún tengo menos. La procesión toma por Almirante Espinosa. Otra fotografía nos muestra al Señor pasando por allí. En el balcón de una vieja casa hoy derribada, dos ancianas al cuidado de dos Hermanitas de la Cruz contemplan al Rey de Reyes. También para ellas Él ha pasado, como pasa para todos.




Calle Castellar, Plaza de San Marcos, Socorro, y a las dos menos diez de la mañana el Señor entra en San Román. El paso se coloca en el centro del templo, delante del altar mayor, y D. Rafael Valero Montes, coadjutor, dirige el rezo de un padrenuestro en acción de gracias y por los hermanos difuntos.

Así fue aquel doce de octubre que quedó para siempre en el recuerdo de quienes lo vivimos. D. Manuel Carrera falleció al mes siguiente, y se presentaría ante San Pedro con la mejor de las credenciales: El Señor de la Salud había ido a visitarle.







jueves, 1 de septiembre de 2016

LA PROCESIÓN DEL DÍA DE LA NATIVIDAD EN LOS AÑOS CINCUENTA

Llega septiembre y, un año más, la Hermandad se reúne a los pies de nuestra Bendita Madre el día que la Iglesia conmemora su natividad, en una solemne función que es para los más jóvenes hermanos feliz ocasión de reencuentro y para los que somos más viejos casi un ejercicio de nostalgia. Es en estos días grandes cuando más se echa de menos a los que ya faltan.

Aprovechando las fechas he pensado traer al blog un artículo que se públicó en el Boletín de la Cofradías en 1963, el año en que la Virgen dejó de procesionar por las calles del barrio como culminación al triduo que entonces se le dedicaba en este mes.

Fue en 1955(*), a propuesta del entonces joven prioste Juan Miguel Ortega Ezpeleta, cuando se acuerda celebrar en estas fechas un triduo a la Santísima Virgen de las Angustias que finalizara en una procesión en andas con rezo del Santo Rosario, pero lo que iba a ser una sencilla salida se acabó convirtiendo en una procesión de gloria en toda regla, con costaleros y banda de música incluida. Unos años tocó la de Educación y Descanso, que después se convertiría en la de la Cruz Roja, e incluso una vez se contrató a la Banda del Maestro Tejera. Por lo que se deduce de la lectura de los libros de contaduría no se reparaba en gastos: se colocaban banderas y gallardetes por las calles del barrio e incluso en 1955 aparece anotada una partida para cohetería. Paso y manto vinieron en 1958 desde Triana, según figura en la factura de un porte realizado. El manto era el de Madre de Dios del Rosario, patrona de capataces y costaleros. El pasito lo cedía D. Manuel Jaramillo García, hermano de la Sacramental de Santa Ana, por lo que es probable que fuera uno de los que se utilizaban en el Corpus Chico del viejo arrabal y guarda. Se utilizaban para iluminarlo los candelabros de guardabrisa del antiguo paso del Señor. El itinerario era Plaza de San Román, Enladrillada, Santa Paula, Plaza de Santa Isabel, Plaza de San Marcos, Bustos Tavera, Peñuelas, de nuevo San Román, Matahacas, Osario, Jáuregui, Plaza Ponce de León, Los Terceros y Sol.

Cuando en 1958 la autoridad eclesiástica aprobó las nuevas reglas, tanto triduo como procesión pasaron al articulo séptimo del capítulo II, que decía: "En el mes de Septiembre y para solemnizar la festividad de la Natividad de la Santísima Virgen María, día éste dedicado a Nuestra Amantísima Titular, la Santísima Virgen de las Angustias, se celebrará en su honor un Triduo que terminará con Misa de Comunión General y Función Solemne, así como un Santo Rosario público por las calles de la feligresía, con acompañamiento de la Santísima Virgen, haciéndose estación en el Monasterio de las Madres Jerónimas sito en Santa Paula, como es ya tradicional".


Así, con estación obligatoria ante el monasterio de Santa Paula, se efectuó esta veraniega salida procesional hasta 1963, año que se acordó no realizarla por obras en la parroquia. El artículo que hoy traemos, publicado en el Boletín de las Cofradías con la firma anónima de "Un devoto", decía así:


Pero a pesar de lo que pronosticaba el artículo, en los años siguientes el Santo Rosario por las calles de la feligresía se sustituyó por una sencilla procesión en andas por las naves del templo, y después, cuando se aprobaron las reglas en vigor, se cambió también el triduo por una función. Con la llegada a nuestro Santuario, y puesto que la estructura de éste hacía imposible una procesión por el interior, la Virgen de las Angustias volvía a pisar la calle cada ocho de septiembre, pero ni siquiera en 2012, que se trasladó a San Román para solemnizar el 75 aniversario de su hechura, las monjitas de clausura de Santa Paula volvieron a tener la oportunidad de verla.


* Acta nº 18 de la reunión de la Junta Gestora celebrada el 26 de agosto de 1955, con asistencia de los gestores José María Loreto Lázaro, José Lérida Vargas, Joaquín Cordero Bernal, José Periáñez Rembado, Juan Miguel Ortega Ezpeleta, Guillermo Cantalapiedra García, Javier Lérida Vargas, Francisco Antúnez Garrido, José Manzano Pérez, José Manzano Camacho, Manuel Lérida García y José García González.

viernes, 5 de agosto de 2016

UN CABILDO MUY DISCUTIDO



Comentábamos hace unos meses el papel que jugó en la reorganización de la Hermandad tras la guerra de la independencia el herrero trianero Martín Serrano, y hoy, en este caluroso agosto, recordaremos el que desempeñó el que fue en cierto modo su antagonista, el hermano Josef de Leria, que en fechas como estas entabló un largo pleito que se conserva entre los legajos del archivo del Arzobispado, y del que ofrece también testimonio el anexo a las reglas de 1818.

En aquella entrada del blog dejábamos a Martín Serrano solicitando a la Audiencia, en un escrito fechado el 29 de julio de 1815, y que firmaban con él Lope Navarro y Juan de Flores, que concediera permiso para la celebración de un cabildo, pues según expresaban, “deseando ver realizada la aprobación de su regla, no pueden hacer gestión alguna, porque los oficiales que había no existen, por haber fallecido, y como tampoco pueden celebrar Cabildo de elecciones, se encuentran en la necesidad de ocurrir a V.E. para que se verifique...”. 

Aprobada esta iniciativa por providencia de 31 de Julio de 1815, se celebró la reunión cinco días después en el Convento del Pópulo, bajo la presidencia de un Teniente de Asistente y del Prior del convento, y con la concurrencia de los hermanos Juan Serrano, Alonso Lavado, Martín Serrano, José Heredia, Manuel Fernández, Lope Navarro, Miguel de Vargas, Juan de Flores, José Serrano, Juan Miguel Rodríguez y Juan Bermúdez. Se procedió en primer lugar a la elección de la Junta de Gobierno, resultando elegido como Primer Alcalde Martín Serrano, como Segundo Alcalde Miguel de Vargas, Mayordomo Lope Navarro, Secretario Juan Miguel Rodríguez, Fiscal Primero Juan de Flores, y Segundo Juan Bermúdez, quedando sin nombrar los ocho Diputados preceptivos por carecer la Hermandad del suficiente número de hermanos para ello. Efectuadas las votaciones, se facultó a los oficiales nombrados a practicar las diligencias necesarias para la aprobación de nuevas reglas.

Antes de que pudieran empezar a realizar las gestiones para ello, se encontrarían con una desagradable sorpresa, la impugnación del cabildo. En efecto, el 14 de Agosto se presentaba ante la Justicia un número de hermanos, entre los que destacaban Juan y Pedro García, Josef de Leria, Juan "Tabaquero", Clemente de Vargas y Juan Suárez, solicitando la nulidad del cabildo y la celebración de uno nuevo, pues en su opinión no se había convocado a todos los antiguos hermanos, y además, de los que habían concurrido, sólo Martín Serrano y Manuel Fernández podían ser considerados como tales.

En su escrito de réplica, la recién constituida Junta de Gobierno alegaba que, al no hallarse el antiguo libro de hermanos, se hubo de contar “con aquellos que por su notoriedad lo son o que se han congregado para ayudar a el fin santo de establecer la Hermandad”, por lo que “se convocó y citó no sólo a los que se tenían por hermanos, sino también a todos los demás que demostraron afectos”, añadiendo que los que planteaban la reclamación también habían tenido conocimiento de la reunión, “y aún estuvieron a las puertas de la misma Iglesia del Pópulo cuando se hablaba allí para la celebración del cabildo, habiéndose salido a llamarlos y se retiraron sin querer entrar”. Por último, se recordaba al Juez como algunos de los demandantes eran esquiladores, “y como por la Pragmática de 1783, hoy Ley del Reino a los de esta clase se les reputa vagamundo y se les impone pena, es claro que no tienen personalidad para ser admitidos en juicio”.

Probablemente pueda parecernos extraño que la falta de asistencia de tan reducido número de hermanos levantara tanta polémica, pero revisando los autos aparece un dato sumamente revelador del verdadero trasfondo de lo que se discutía. Cuando el Juez citó a ambas partes a una comparecencia el 13 de Septiembre, a fin de que arreglaran de modo amistoso sus diferencias, "manifestaron que el único medio que adoptaban para convenir y concluir este negocio era el que la mitad de los oficiales nombrados fuesen la mitad del barrio de Triana  y la otra de Sevilla. A lo que se les manifestó por el citado Sr. Juez no tener poder para aprobar dicho convenio...”  Hay que aclarar que Martín Serrano, Manuel Fernández y la mayoría de los participantes en el cabildo que se trataba de impugnar eran trianeros, mientras que de la otra parte, Josef de Leria era vecino de los Humeros, Pedro García y Clemente de Vargas de la calle Beatos (actual Duque Cornejo), y Juan Suárez herrero de la Cruz Verde, en la collación de Omnium Sanctorum. 

A partir de 1800, año en que la fiebre amarilla asoló la ciudad, se había producido un trasvase de la población gitana del viejo arrabal trianero, diezmado por la epidemia, a otros barrios del otro lado del río. A ello se sumó el derribo en 1804 del callejón de San Miguel, centro de la herrería de Triana, lo que supuso que varias fraguas familiares buscaran una ubicación en otras zonas de la ciudad más necesitadas de ellas.  Los Humeros, por otra parte, arrabal en el que había establecidos gitanos desde el siglo XVI, en lo que fue el antiguo barrio de San Juan de Acre, reclamaba también su protagonismo en la historia de nuestra corporación. No olvidemos que de allí eran los Campos. 

Vista de Sevilla desde Triana. Litografía del siglo XIX.

La propuesta conciliadora de ambos bandos no se llegó a concretar, el pleito siguió su curso, y por providencia de 23 de Noviembre de 1815 la Justicia acordó la celebración de un nuevo cabildo al que concurrieran todos los antiguos hermanos, pero como para ello era necesario hallar el libro en que estaban inscritos los que podían considerarse como tales, de nuevo se entabló una discusión sobre si dicho libro estaba extraviado en el archivo de la Audiencia, o si, como aseguraban algunos testigos, había sido ocultado intencionadamente. Entretanto, y a pesar de que la legitimidad de su elección estaba en tela de juicio, la Junta de Gobierno continuó las gestiones para la aprobación de las nuevas reglas, y el 4 de Enero de 1816, el Procurador D. Manuel Cardeñoso y Herreruelo, en representación de Martín Serrano, Lope Navarro y Juan Miguel Rodríguez, Alcalde Primero, Mayordomo y Secretario respectivamente, elevaba un escrito al Consejo de Castilla para que éste las legalizase.

El Real Consejo inició los trámites ordinarios para dicha aprobación, y así, por Decreto de 6 de Febrero, ordenó al Real Acuerdo de la Audiencia de Sevilla que informara sobre su parecer y remitiera las diligencias originales, lo que este tribunal llevó a efecto el 6 de Abril, pero desconociendo que no se había cumplido su providencia de Noviembre, en la que ordenaba la repetición del discutido cabildo, no hizo ninguna alusión en su informe al pleito existente.

Mientras tanto, Josef de Leria, Juan García, Francisco Suárez, Pedro García y Juan Mendoza decidieron acudir también al Consejo, para plantear ante esta alta instancia su reclamación, solicitándole que no aprobara las reglas hasta que no se celebrara un cabildo con todas sus formalidades. El Consejo Real requirió a la Audiencia para que informara sobre el asunto, con remisión de los autos. En este nuevo escrito el tribunal sevillano manifestaba que era “muy de extrañar la conducta de Martín Serrano y consortes, que ocultando dichos antecedentes habían tenido la inconsideración de solicitar que se aprobaran unas ordenanzas formadas subrepticiamente y en virtud de un cabildo ilegal y vicioso, después de haberse mandado la celebración de otro para que se anulasen tales defectos”. Sin embargo, esta precipitación se justificaba en parte por el interés que había en realizar de nuevo la estación de penitencia. Así, el 13 de Febrero de 1817 se solicitó a la Audiencia que concediera licencia para efectuarla, y efectivamente se denegó por no tener la Hermandad sus estatutos legalizados.

En vista de lo expuesto por la Audiencia en el informe al que antes hicimos referencia, el Consejo decidió por providencia de 27 de Marzo de 1817 la suspensión de los efectos de lo acordado por la Junta de Martín Serrano, y el 22 de Abril devolvió los autos a la Audiencia, para que se dispusiese que, ante uno de los Asistentes de la Ciudad, se celebrara una nueva Junta o cabildo al que fueran citados los hermanos que lo eran el 31 de Julio de 1815, en el que se nombraran oficiales y se conformara en su caso una regla, de modo que, efectuado todo esto, se le enviara un nuevo informe para que decidiera lo pertinente. Tras una instancia de Leria solicitándolo, el Consejo remitió el 27 de Junio las ordenanzas presentadas por Martín Serrano y su Junta.

En un auto de 14 de Julio de 1817, la Audiencia acordó entregar el expediente al Teniente Tercero de Asistente, D. Juan Felix de Maruri, para que ejecutase lo que el Consejo mandaba, remitiéndoselo al efecto el 5 de Agosto. Recibida por éste la Carta Orden anterior, se dispuso a ponerla en cumplimiento con la colaboración del Escribano D. Francisco Ruiz de Vargas, que comenzó a practicar las diligencias oportunas para que el cabildo se pudiera celebrar. Se pidió en primer lugar a José de Leria una lista de los hermanos que habían de ser citados, y luego se dio recado al Prior del Pópulo para que señalase el lugar adecuado para la reunión. Leria expuso que los hermanos antiguos con derecho a asistir eran Pedro García, Clemente de Vargas, Juan Suárez, Manuel Fernández, Martín Serrano y él mismo, pero al día siguiente Serrano se presentó ante el Teniente manifestándole la imposibilidad de que la reunión fuera el día 8, por estar ausente de la ciudad José de Vargas, un antiguo hermano que no aparecía en la relación que Josef de Leria les había proporcionado. Se buscó a Leria y éste aclaró que no lo había incluido porque desde treinta o cuarenta años atrás no vivía en Sevilla, sino en Utrera, y que por contar con noventa años de edad hacía mucho que no venía por la capital. A esto replicó Serrano que no hacía tanto tiempo, e insistió en la importancia de su asistencia, por tratarse de un antiguo Oficial de la Hermandad. Finalmente, el Teniente Tercero Maruri decidió no posponer más el cabildo, alegando que había tiempo suficiente para que, si se quería que acudiera este viejo hermano, se le diera aviso.  

A las cuatro de la tarde del día 8 de Agosto de 1817 se celebró la reunión en la Sacristía del Pópulo, ante la presencia del Teniente Tercero de Asistente Sr. Maruri, el escribano Francisco Ruiz de Vargas, el Alguacil de los Veinte Manuel Valiente y el agustino Fray Alonso del Castillo, por delegación del Prior. Asistieron Josef de Leria, Pedro García, Juan Suárez, Martín Serrano, Clemente de Vargas y Manuel Fernández. En primer lugar se leyeron las ordenanzas que se habían elevado al Consejo de Castilla, las cuales merecieron el visto bueno de todos los concurrentes, y acto seguido se procedió a elegir los oficiales por voto secreto –probablemente, y aunque el expediente no nos lo aclara, por el tradicional sistema de las habas blancas y negras-, saliendo electo como Primer Consiliario Pedro García, como Segundo, al haber un empate entre Manuel Fernández y Josef de Leria, se efectuó una segunda votación en la que resultó designado Fernández; de Mayordomo se eligió a Clemente de Vargas, pero éste renunció y se eligió en su lugar a Juan Suárez; Si aceptó Clemente de Vargas el cargo de Censor, mientras que Martín Serrano fue elegido Prioste y Leria Secretario.   

Tres días después, D. Juan Félix de Maruri pasó el expediente a la Audiencia, la cual, tras redactar su preceptivo informe, lo remitió el 4 de Octubre al Real Consejo, para que prosiguiese la instrucción de la aprobación de las Reglas, que finalmente fueron refrendadas por esta alta instancia el 17 de Enero de 1818, expidiéndose la Real Provisión el 28 del mismo mes, firmada por D. Tadeo Gómez, Duque del Infantado, D. Juan A. González Carrillo y D. Felipe Sobrado, así como por D. Rafael de Yarza, Escribano del Rey, y D. Valentín de Pinillas, Escribano del Real Consejo de Castilla.

Cumplimentado todo el procedimiento para la aprobación de estas ordenanzas, recibió la Real Provisión Martín Serrano, que bien porque se consideraba su principal artífice, o bien porque no veía con buenos ojos que las custodiara el Secretario, Josef de Leria, no las entregó a la Hermandad. El 25 de Febrero de 1818 el Conciliario Primero Pedro García de nuevo acudía a la Audiencia para que ésta requiriera a Serrano que las presentase en dicho Tribunal, “para la providencia que corresponda en razón de su ejecución”. Hecho esto, el 4 de Marzo García solicitó que se tomara la salomónica solución de entregarlas al Teniente Tercero de Asistente, para que una vez que se celebrara el próximo cabildo de elecciones, esta vez con la participación de todos los hermanos, antiguos y nuevos, quedaran a cargo del Secretario de la Corporación.

Aquel año se realizó la Estación de Penitencia con los pasos prestados, y aunque en la toma de horas las autoridades acordaron asignarle como día de salida el Miércoles Santo, la Hermandad recurrió esta decisión ante la Audiencia y logró salir el día que fijaban las recién aprobadas reglas, el Jueves Santo, e igualmente como aquellas preceptuaban, una vez recogida la Cofradía en la Iglesia, se realizó nuevo cabildo de elecciones, en el que tanto Martín Serrano como Josef de Leria quedaron apartados de cargos, resultando elegidos de Consiliario Primero Manuel Camacho, de Mayordomo se reeligió a Juan Suárez, de Censor a Joaquín García, de Secretario a Alonso Lavado, y como Diputados a Pedro García, Manuel Morguea, Alonso Bermúdez, Martín de Vargas y Juan José de Vargas.

La Hermandad dejaba finalmente atrás un pleito entre trianeros y sevillanos que había durado casi tres años y retrasado su reorganización.