En ese callejón de Enladrillada
que recibe el nombre de Sánchez de Castro, a la sombra de la torre de San
Román, nació en 1896 la actriz Carmen Díaz Gálvez, figura insigne del teatro
costumbrista de los años veinte y treinta, y preferida de los hermanos Álvarez
Quintero para la interpretación de sus papeles femeninos. Se formó en la
compañía de la célebre María Guerrero, pero pronto crearía la suya propia, con
la que recorrió prácticamente todos los escenarios españoles.
Cuando la Hermandad de los Gitanos
lo perdió prácticamente todo en el aciago y alevoso incendio de San Román, la actriz
sevillana hacía ya mucho tiempo que había dejado atrás aquel callejoncito en el
que la Casa de Andalucía en Madrid y el Ateneo de Sevilla habían mandado
colocar en 1931 un azulejo señalando el lugar de su nacimiento, pero la artista
tuvo un enorme detalle ayudando a la cofradía que había sido su vecina de la
infancia, y de cuyos perdidos Titulares seguro que guardaba un devoto recuerdo.
El 1 de mayo de 1937, en el
Teatro San Fernando, y con el patrocinio de María Queipo de Llano, camarera de
la Virgen, Carmen Díaz representó la obra de los Álvarez Quintero “Mariquilla
Terremoto” a beneficio de la corporación gitana. La crónica del diario ABC nos describe
la sala de la calle Tetuán engalanada con mantones de Manila, y de cómo en uno de los entreactos de la representación la Hermandad correspondió a la generosidad de la
actriz con un ramo de flores.
Un año después, el 17 de mayo de
1938, tras la accidentada primera salida procesional del Señor de la
Salud, y con la Hermandad acuciada por el pago del palio que se había estrenado
aquella pasada madrugada de Viernes Santo, la actriz organizó otro espectáculo
benéfico en el mismo teatro que supondría otro alivio para la maltrecha
economía de nuestra corporación.
El programa, en el que se anunciaba la asistencia del
General Jefe del Ejército del Sur, D. Gonzalo Queipo de Llano, incluía la
actuación de los principales componentes de la compañía teatral, entre ellos el
popularísimo cómico Miguel Ligero. Ofrecieron Carmen y Miguel Ligero lo más
granado de su repertorio. En primer lugar la escena del juicio de “Morena Clara”, obra de Antonio Quintero
que Carmen había estrenado en el teatro unos años antes, y que en 1936 había
sido llevada al cine por Florián Rey, con Imperio Argentina y el propio Miguel
Ligero como protagonistas. Se representó posteriormente el acto primero de “Gracia y Justicia”, la pieza que
entonces estaba en candelero y que se presentaba como continuación de la
primera.
Para el fin de fiesta se contó con el baile de Rafael Ortega
y de Custodia Romero, conocida por su belleza sin igual como “La Venus de Bronce”, acompañados por el
cante de Pepita Molina, “incomparable
estrella de la canción gitana”. El afamado Rafael Ortega Monge, primo de
Rafael el Gallo y del malogrado Joselito, era desde luego hermano de la
Hermandad. En el archivo de nuestra secretaría se conserva su hojilla de
inscripción, en la que aparece domiciliado en la calle Peral nº 47, en plena Alameda de
Hércules.
No
nos consta el montante de lo recaudado, pero si que podemos ofrecer como
curiosidad el precio de las localidades: Plateas con cinco entradas, 30’00
pesetas; Butaca de patio, 5’00 pesetas; Entresuelo, 3’00 pesetas; Delantero de
anfiteatro, 2’00 pesetas; Anfiteatro, 1’50 pesetas; Delantero de primera grada,
1’00 pesetas; y Primera grada, 0’75 pesetas. A tenor de lo que contaba la
crónica escrita en ABC al día siguiente fue todo un éxito.
Carmen
Díaz, que había inaugurado el Teatro de la Exposición Iberoamericana -el actual
Lope de Vega-, se retiró de los escenarios tras la guerra, y sólo regresó para inaugurar
también el Álvarez Quintero en 1953. Murió en Castilleja de la Cuesta en 1979. Quede pues en el recuerdo de la
Hermandad el generoso gesto de esta artista en tiempos tan difíciles como
aquellos.